El Papa Francisco presidió la santa Misa con motivos de Noche Buena y la Natividad del Señor, es la primera con una gran asamblea reunida en la Catedral de San Pedro desde que inició la pandemia, cerca de mil quinientas personas se dieron cita, para celebrar el nacimiento de Jesús. Han iniciado con el canto de la ‘Kalenda’, de la vela o la luminaria, tradicional en la Iglesia y signo de la Luz que representa a Jesús Hijo de Dios, quien despeja  la oscuridad y tinieblas que ataban al mundo, ante la opresión del pecado.

El Papa ha subrayado durante la Homilía, que las personas que hacen menos a las personas pobres –incluidos refugiados y migrantes- ofenden a Dios con dicha actitud,   deben y   necesitan poner más atención en la humanidad de Jesús, que en a los adornos, más en al prójimo y menos en la ideas superficiales que se tienen sobre Dios. 

Santa Misa de Nochebuena y Natividad del Señor, Capilla Papal de Basílica de San Pedro, en Roma.

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Feliz Navidad 2021

Participaron muchos niños, adolescentes, jóvenes, familias, grupos scouts, de canto coral y catequesis, además Patriarcas y Cardenales de la mitra de Damasco, cuyas vestimentas y ornamentos era blancos no negros, los Arzobispos y Obispos portaron mitra blanca, igualmente todos los ornamentos sacerdotales fueron blancos de acuerdo con la solemnidad de la natividad del Señor

El Papa partiendo del Evangelio de San Lucas (Lc 2, 11) destacó en la homilía, que  la Luz que se muestra a los pastores y el anunció de la buena nueva que el Ángel les comunica: “Hoy os ha nacido un Salvador, que es Cristo Señor" son elementos muy importantes por sí mismos;  sin embargo, lo que agrega aquel mensajero de Dios, es sorprendente, les muestra a los pastores cómo encontrarán al Hijo de  Dios que ha venido a la tierra: "Esta es la señal para ustedes: encontrarán un niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre" (v. 12). El signo es un pequeño niño sin más elementos gloriosos adicionales: "Nos ha nacido un niño" (Is 9, 5) un bebé pequeño, indefenso.

El Papa explicó el contrastes de la fragilidad de recién nacido y el mundo,  pues “Dios no cabalga sobre la grandeza, sino que desciende a la pequeñez” aclaró, y agregó que 'La pequeñez es la forma que ha elegido para llegar a nosotros, para tocar nuestro corazón, para salvarnos y reintegrarnos a aquello que importa.'

Pidió detenerse ante el pesebre a observarlo con atención, e ir más allá de las luces y los adornos, que si bien hermosos distraen para observar al Niño quien en su pequeñez está todo Dios, y pidió reconocerle: "Hijo, tú eres Dios, Dios-Hijo". El amor infinito se da a conocer pequeño tiene un corazón diminuto -sólo´en cuanto  tamaño físico se refiere-, que emite latidos de luz. El Verbo eterno es un infante, incluso incapaz de hablar.

El Papa puso en evidencia que “el Pan” de vida debe ser alimentado. El creador del mundo no tiene hogar. Hoy todo está al revés: Dios viene al mundo pequeño. Su grandeza se ofrece en la pequeñez.

Y nosotros, preguntémonos, ¿sabemos acoger este camino de Dios? Es el desafío de la Navidad: Dios se revela, pero los hombres no lo comprenden. Se hace pequeño a los ojos del mundo y seguimos buscando la grandeza según el mundo, quizás incluso en su nombre. Dios se recoge –se abaja- y nosotros queremos subirlo en un pedestal. Mientras tanto:Dios prefiere la humildad nosotros queremos el protagonismo.

Por eso Dios va en busca de los pastores, de los invisibles; nosotros buscamos visibilidad, ser vistos. Jesús nació para servir y mientras tato nosotros pasamos años persiguiendo el éxito. Dios no busca fuerza y ​​poder, pide ternura y pequeñez interior.

Esto es lo que hay que  pedirle a Jesús en Navidad: la gracia de la pequeñez. ‘Señor, enséñanos a amar la pequeñez. Ayúdanos a entender que es el camino a la verdadera grandeza ‘. El Papa ha insistido en contemplar esa pequeñez una y otra vez en el pesebre y citando un poema de Dickinson afirmó sobre la presencia del paraíso en los que no tienen nada, los desvalidos "Quien no haya encontrado el cielo aquí abajo, lo extrañará allá arriba" Nos exhorto a no perder de vista el cielo, y de cuidar a Jesús ahora, acariciándolo en los necesitados, porque se identificó con ellos.

Invitó a renunciar a las ideas propias que se tienen de Jesús y volver al niño Viviente. “Entonces, queridos hermanos y hermanas, volvamos a Belén, volvamos a los orígenes: a la esencialidad de la fe, al primer amor, a la adoración y a la caridad… vamos a Belén, donde está Dios en el hombre y el hombre en Dios; donde el Señor está en primer lugar y es adorado; donde los últimos ocupan el lugar más cercano a él; donde pastores y magos están juntos en una hermandad más fuerte que cualquier clasificación..."

El Papa invitó a todos insistentemente a servir y atender al pobre, a ser solidarios en el trabajo en la vida etc.

El Papa concluyó diciendo "Que Dios nos conceda ser una Iglesia fraterna, pobre y adoradora. Este es el esencial. Volvamos a Belén. Nos hace bien ir allí, dóciles al Evangelio navideño, que presenta a la Sagrada Familia, los pastores y los sabios: todo el camino. Hermanos y hermanas, partamos, porque la vida es una peregrinación. Vamos a levantarnos, vamos a despertarnos porque esta noche se encendió una luz. Es una luz suave y nos recuerda que en nuestra pequeñez somos hijos amados, hijos de la luz (cf. 1 Ts 5, 5). Hermanos y hermanas, regocijémonos juntos, porque nadie jamás apagará esta luz, la luz de Jesús, que brilla en el mundo desde esta noche” concluyó el Santo Padre para proseguir con la celebración litúrgica y el rito Eucarístico.

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