Seguramente hoy niñas y niños irán a dormir bien tempranito, y como ofrenda de amor a Jesús habrán hecho todo lo posible por portarse bien, y tenemos por seguro que algún presente estará esperándolos por la mañanita del 6 de enero.

Quizás coman una rica rosca de Reyes y tomen chocolate, ponche, leche o atole calientitos.

Y siempre se preguntará quienes son esos señores que llamamos ´Reyes Magos’, y porque sucede cada año.

Bueno, bueno, si bien no queremos que sea una clase de doctrina les damos datos bien verificados, algunos los consultamos de la bonita “Biblia de Jerusalén” (Ubieta, 2009), del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC, 2014), y no, no se lo tienen que aprender de memoria… es para que estén bien enterados.

Bueno, bueno, primero ‘epifanía’ según el Diccionario de la lengua española Espasa (Alonso, 2001), es la “Festividad que celebra la Iglesia Católica anualmente el 6 de enero”, en eso concuerda el Diccionario de la Lengua Española (RAE, 2014) agregando “… en conmemoración de la adoración de los Reyes Magos”, y además explica que epifanía significa: “Manifestación, aparición o revelación” como es de Dios, a eso se le llama elegantemente: Teofanía.

Sobre el misterio de Navidad el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que “Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (Cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (Cf. Lc 2, 8-20)” (CIC, 2014, no. 525) y nos dice que “La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche”.

Además ustedes que son pequeños ya tienen una ventaja, que deben cuidar y aquilatar, pues el Catecismo nos recuerda que “ ‘Hacerse niño ante Dios” es una condición para entrar en el Reino (Mt 18, 3-4); es necesario ser humilde y hacerse ‘chiquitito’ con sencillez y honestidad (cf. Mt 23, 12), es decir, hacerse pequeño como ustedes; y aún más, es necesario "nacer de lo alto" (Jn 3,7), ‘nacer de Dios’ (Jn 1, 13) para ‘hacerse hijos de Dios’ (Jn 1, 12). El misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo ‘toma forma’ en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el misterio de este "admirable intercambio’…’El Creador del hombre… tomando cuerpo y alma, nace de la Virgen (…) hecho hombre’ por la gracia del Espíritu Santo (CIC, 2014, no. 526)

Y se nos dice algo muy alentador, que nos permite saber que es lo que celebramos hoy “La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo… la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos "magos" venidos de Oriente - como narra en San Mateo en su Evangelio- (…) (Mt 2, 1). El Catecismo (CIC, 2014) nos dice que los "magos", son los representantes de religiones, que no conocen a Jesús, de los pueblos vecinos. Ellos son parte de las naciones que reciben con la alegría de la Encarnación, la Buena Nueva de la Salvación. La llegada de los magos a Jerusalén para "rendir homenaje al rey de los Judíos" (Mt 2, 2) muestra que buscan en Israel, la luz del SALVADOR: la estrella de David (cf. Nm 24, 17; Ap 22, 16)

No sabemos cuantos eran la tradición de occidente y el rito latino, por allá del siglo VII, el Martirologio menciona a San Gaspar el 1 de enero, San Melchor el día 6 y San Baltasar el 11, pero incluso sus nombres variaban de escrito en escrito. Los sirios tienen a Larvandad, Hormisdas, Gushnasaph, etc.; los armenios Kagba, Badadilma, ya sí muchos otros. Quizás como niños les emocionará saber que pueden ser muchos, pero muchos… pues la tradición de oriente dice que eran 12, se imaginan recibir 12 regalos cada navidad, no iban a caber en sus casas.

Y por si fuera poco: ellos no se llamaban a sí mismos ‘reyes’, y no hay un forma de verificar si eran reyes o no. Los Evangelios le llaman en griego ‘magois’, se llegó a pensar que eran 3 por los tres regalos que dieron a Jesús: incienso, oro y mirra, para el rey de las naciones (cf. Nm 24, 17-19). Hay pistas en historiadores como el griego Herodoto que menciona a los ‘magois’, que eran personas del pueblo medo, tribu que vivió entre el sudoeste de Tracia y Macedonia –que interesante verdad-, los sacerdotes de los ritos Persas venían de este pueblo. Su influencia era grande y duró muchos siglos. Otro griego, Estrabón, geógrafo e historiador les menciona cerca del tiempo que nacería Jesús, comentaba en sus escritos que los ‘magos’ formaban parte del consejo del imperio Parto, de lo que hoy es Irán.

El título de Reyes se les llegó a atribuir por el Salmo 72(71),10 “Los reyes de Tarsis y de las islas ofrecerán presentes; los reyes de Arabia y de Saba le traerán sus regalos: y todos los reyes de la tierra le adorarán', pero esto, por desgracia, no es suficiente para probar nada. No eran ‘magos’ como hoy lo entendemos: ‘los que usan o hacen magia’. Eran más bien ‘científicos-religiosos’, posiblemente astrónomos-astrólogos, quizás médicos e incluso meteorólogos, pero no hay certezas sobre la actividad exacta que desempeñaban. Se piensa que su religión posiblemente era el Zoroastrismo, fe que prohibía la brujería; su astrología y habilidad para interpretar sueños pudo permitirles su encuentro con Cristo', pero además se piensa que poseían el conocimiento del judaísmo

El Catecismo nos dice que quienes no conocen bien a Dios no podían descubrir a Jesús y adorarle como Hijo de Dios y Salvador del mundo, sino sólo yendo al encuentro con los judíos (cf. Jn 4, 22) y al recibir la buena nueva del Salvador, del Mesías que era aquel niñito envuelto en pañales y recibir la promesa de su venida a partir del Antiguo Testamento (cf. Mt 2, 4-6). Los Magos eran abiertos en su forma de pensar sobre la fe, no eran fanáticos, no pensaban mal de los demás que gobernaban, de ahí que compartieron sus observaciones con sencillez y amabilidad con el maloso de Hedores.

Es así amiguitos que esperan este día un regalito del cielo: Jesús era el regalo para los Magos de Oriente, y con ellos para todos los que no somos judíos, nuestro Niño Dios es lo mejor que nos pudo pasar. La Epifanía, es como vimos, esa manifestación con la que Dios nos permite ser parte de una promesa que hizo a los patriarcas judíos, como Abraham… nos da un regalo muy bonito: ser dignos de amor de Dios para ser sus Hijos por Jesús, a lo que se le llama “la dignidad israelítica” –otro nombre super sofisticado- en el Catecismo, y esto nos habla de la Vigilia Pascual, (CIC, 2014, no. 528).

Nuestra Madre María es verdadera judía que nos da a su Hijo: llena del Espíritu Santo, presenta al Verbo –al niño Jesús- en la humildad de su carne, dándolo a conocer a los pobres (cf. Lc 2, 15-19) y a las primicias de las naciones (cf. Mt 2, 11). (CIC, 2014, no. 724). Con Mamá María, el Espíritu Santo comienza a establecer la comunión con Cristo y los hombres "objeto del amor benevolente de Dios" (cf. Lc 2, 14), y los humildes son siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Simeón y Ana, los esposos de Caná y los primeros discípulos (CIC, 2014, no. 725)

Es decir, los magos de oriente eran humildes, si bien no eran pobres materialmente, su corazón buscaba a Dios con todo su conocimiento, ciencia y sabiduría, sin ser soberbios o engreídos… sin ser ambiciosos. Su importancia se notaban, su inteligencia era visible para los demás, pues el malvado de Herodes los recibe en su corte, sin ponerles obstáculos, lo que nos hace pensar que su aspecto exterior no era despreciado por los poderosos de su tiempo.

La filosofía y fe de los Magos, aunque errónea, era practicada con sinceridad, su ciencia -muy objetiva- les condujo en su viaje hasta que encontraron a Cristo. La astrología de los Magos postulaba una contrapartida celestial como complemento del hombre terreno y condicionaba por completo la personalidad humana. Es probable que los Magos estuvieran familiarizados con las grandes profecías mesiánicas. Muchos judíos no volvieron del exilio con Nehemías. Cuando nació Cristo, indudablemente había población hebrea en Babilonia, y probablemente también en Persia. De algún modo la tradición hebrea sobrevivió en Persia.

La venida de los Magos conmocionó – es decir dejo con cara de What?- a los poderosos de Jerusalén incluido el rey Herodes, todos escucharon sus preguntas y pensamientos, pero se entristecieron al saber del cercano nacimiento del Mesías. Los sacerdotes eran concientes y si bien confirmaron el camino que debían seguir los Magos, no les acompañaron, pues si eran especulaciones los Magos mismos lo confirmarían (Cfr. Mt 2, 1-7).

Aquellos sabios hombres siguieron la estrella casi 10 kilómetros más, hacia el sur a Belén, 'y entrando en la casa, encontraron al niño'. Los Magos adoraron al Niño Dios, y le ofrecieron oro, incienso y mirra (Cfr. Mt 2, 9-11). El dar regalos obedece a una costumbre oriental y muchos padres de la Iglesia han dado muchas bellas interpretaciones sobre el significado de cada regalo, pero Bíblicamente no se menciona su finalidad precisa.

Los Evangelios relatan que los Magos escucharon en sueños que no volviesen a Herodes y 'volvieron a su país por otro camino' (Mt 2, 12). Se dice –fuera de la Biblia- que después de su retorno a su patria, y tiempo después, los Magos fueron bautizados por Santo Tomás y trabajaron mucho para la propagación de la fe en Cristo. La historia se remonta a un escritor arriano posterior al siglo VI, llamado “Opus imperfectum in Mattheum' de San Juan Crisóstomo.

Hoy en día la Catedral de Colonia resguarda unos restos que se consideran son de los “Magos”; se dice que fueron descubiertos en Persia, y que fueron trasladados a Constantinopla por Santa Elena -madre del emperador romano Constantino- de ahí fueron trasladados a Milán en el siglo V y a Colonia en 1163.

Bien, hemos dicho mucho, pero mucho, nada de esto es para saberse de “memoria”, pero deseábamos darles una pequeña muestra, ya que si algunos niños pueden leer todos los libros del ‘Señor de los anillos’ o de un joven hechicero inglés -cuyo nombre no mencionaremos-, seguramente esto es casi nada para un buen lector, pero esperamos que sea tan interesante como las miles de páginas de las obras que hemos mencionado...

Bueno, sólo queda desearles: ¡Un Feliz día de la Epifanía del Señor! Es decir ¡Feliz día de los Reyes Magos! Si Señor.

Referencias

Alonso, J. I. (Director Editorial). (2001). Diccionario de la lengua española Espasa. Madrid, España: Espasa Calpe, S.A.

Real Academia Española [RAE]. (2014). Diccionario de la lengua española (23ª edición). Madrid, España: Espasa.

Santa Sede [CIC]. (2014). Catecismo de la Iglesia Católica. México: Coeditores Católicos de México.

Ubieta López, J. A. (Director) (2009). Biblia de Jerusalén (4ª Edición). Bilbao, España: Editorial Desclée de Brouwer, S.A