Se ha celebrado la Santa Misa de clausura de la 40ª Edición de las JEFS, que fue presidida por el Rector Mayor, p. Ángel Fernández Artime, después de haber vivido en tres niveles: Mundial, Continental e Inspectorial, quizás el más grande encuentro de los integrantes de los 32 grupos de la Familia Salesiana en todo el Mundo con cerca de 10 mil participantes entre ellos 4600 del Continente Americano, a quienes el 10º Sucesor de San Juan Bosco ha llamado a resignificar la espiritualidad del san Francisco de Sales, patrono elegido por nuestro fundador para dar nombre primero a la Congregación Salesiana y que luego ha designado a cada grupo que comparte este carisma.

Al reflexionar la lectura del Evangelio domingo 16 referente a las bodas de Caná, y primer milagro conocido de Jesús al iniciar su Misión apostólica y pública, el p. Ángel Fernández afirmó: “hoy la Familia Salesiana de Don Bosco, en cualquier lugar del mundo, es y debe ser un Caná de Galilea, nuestras comunidades de consagrados y consagradas, son y deben ser, un Caná de Galilea.” Además exhortó fuertemente a no insultar a Dios con actitudes o acciones como la murmuración, la envidia, o los celos

Homilía del Rector Mayor en la Misa de Clausura y acción de Gracias por haber vivido las 40ª JEFS (traducción y transcripción redacción):

“Queridos todos queridos hermanos y hermanas, de toda nuestra Familia Salesiana en el mundo, a todos ustedes les deseo el bien, con paz y esperanza que nos regala el Señor, que nos invita de manera especial en este año, a vivir todo con un verdadero espíritu salesiano, recibido todo de la fuente salesiana de san Francisco de Sales, vivido y sentido con fuerza, por nuestro querido padre de la Familia Salesiana, Don Bosco.

Hoy prestando atención a quienes tienen que traducir en a diferentes idiomas, me empeño en escribir estas palabras de esta homilía en forma sencilla y breve. En este domingo, la Iglesia y nosotros, y como Familia de Don Bosco en la iglesia, iniciamos el camino de los domingos, del tiempo ordinario, y con una mirada atenta en la palabra de Dios, en la que vemos la alegría que emana de las palabras del profeta, el cual recurre a imágenes fuertes para hacer reaccionar a su pueblo.

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Dios les ama, como un novio ama profundamente a su novia, y como una joven es la alegría para su marido, así es Israel, Jerusalén, la alegría de Dios. Esta es la primera lectura que escuchamos: la misma alegría que emana de las palabras del salmista. Todos los pueblos de la tierra están invitados a cantar, a quien es el auténtico Rey de la historia, salmo responsorial.

Es también la alegría de la comunidad cristiana de Corinto, el Apóstol invita a esta comunidad a descubrir la riqueza y diversidad de los dones del Espíritu, a través de ellos cada uno recibe algo, una manifestación particular para el bien común, la segunda lectura. Es la alegría que nace del buen vino, el mejor vino ofrecido abundantemente en Caná, a todos los que participan al banquete, y de hecho es allí donde Jesús, manifiesta su gloria, y los discípulos creen en Él, Evangelio.

Él actúa así la alegría, siendo el distintivo, la característica más preciosa de la Familia de Don Bosco, también hoy, la alegría no proviene de un temperamento optimista, sino del descubrimiento hecho posible mediante la fe; Dios está actuando, y los fieles, los cristianos nosotros no podemos sino alégranos de lo sucedido.

 En el pasaje evangélico, vemos que Jesús invitado con su madre, seguramente por delicadeza para con ella y es en este banquete María hace una petición a su Hijo, a favor de unos amigos que están en dificultades, a primera vista, en un primer momento esto puede parecer una conversación completamente humana entre madre e hijo y de hecho, es también es un diálogo, lleno de profunda humanidad.

Sin embargo María se dirige a Jesús a favor de una necesidad humana, y es así, en el diálogo con Jesús, es que la vemos realmente como una madre que pide, que intercede. Vale la pena profundizar un poco más en la escucha de este pasaje evangélico, para comprender mejor a Jesús y María, pero también para aprender de María como pedir -orar- de la manera correcta. Me gusta verdadera, María no hace una petición real a Jesús, sólo dice que ya no tienen vino en la boda. Las bodas en Tierra Santa se celebraban durante toda una semana, todo el pueblo participaba, por lo tanto se consumían grandes cantidades de vino. Es una tierra de vino. La presencia sacramental del Señor, se hace en pan y vino.

Ahora los esposos se encuentran en dificultad por falta de vino, y María simplemente se lo dice -a Jesús-, no pide una cosa precisa, ni mucho menos que Jesús ejerza su poder, o haga un milagro, que produzca vino.

Simplemente le confía el asunto a Jesús y le deja Él la decisión en el cómo reaccionar, así vemos en las sencillas palabras de la madre de Jesús, dos cosas muy importantes, por un lado, su afectuosa preocupación por las personas, con la percibe la dificultas que está viviendo el hombre, vemos su cordial amabilidad y su disposición a ayudar. Así es la madre, a ella confiamos nuestras preocupaciones, necesidades y situaciones dolorosas.

La bondad dispuesta a socorrer de la madre, a quien nos encomendamos y aparece aquí en la Sagrada Escritura, por primera vez. Pero a este primer aspecto, muy familiar para todos nosotros, hay todavía otro, que se nos escapa fácilmente: María lo confía todo al juicio del Señor.

En Nazaret, entregó su voluntad sumergiéndola en la de Dios: “He aquí a la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”, la Anunciación. Ésta es su actitud básica permanente, y así es cómo nos enseña a rezar: No afirmar ante de Dios nuestra voluntad, esto es muy importante, no querer afirmar frente Dios nuestra voluntad y nuestros deseos por importantes que sean, por muy razonables que parezcan. Sino llevarlos ante Él, y dejar que sea Él, quien decida lo que quiera hacer,

Queridos hermanos y hermanas, esto es orar, -asumir - otras cosas, pueden ser otras cosas.

De María aprendemos la bondad dispuesta a ayudar, pero también la humildad y la generosidad de aceptar la voluntad de Dios, y confiando en Él, con la convicción de que su respuesta, sea cual sea, será la nuestra, nuestro verdadero bien. La Madre es quien se asegura de que todo debe estar en Dios, quien nos dice hoy a nosotros, como a aquellos sirvientes de la boda, hoy nos dice a nosotros de la Familia Salesiana de Don Bosco, presente en todo el mundo: “hagan lo que él les diga”, qué hermosa palabra de orden -consigna- y la regla para todos nosotros, me parece un valor, muy profundo, muy maravilloso, como Familia Salesiana y como persona, como matrimonios, como familia, como persona consagrada, como religiosa.

Y me gustaría agregar otro pequeño detalle más, es el hecho de que Jesús fue de invitado a Caná y en otros muchos momentos de celebración, de encuentro con el agente, de compartir. Así fue durante su vida terrenal, después de su muerte y resurrección, el Señor sigue queriendo ser invitado a estar en medio de todas las comunidades, en medio de las familias, en medio de nosotros, ahí donde estamos.

Eso significa que hoy la Familia Salesiana de Don Bosco, en cualquier lugar del mundo, es y debe ser un Caná de Galilea, nuestras comunidades de consagrados y consagradas, son y deben ser, un Caná de Galilea.

Nuestra y sus familias, queridos hermanos, hermanos de la Familia Salesiana de Don Bosco, y de esta comunidad cristiana de Valdocco, Turín, deben ser a sí mismo un Caná de Galilea. El Señor siempre acepta la invitación, si nuestros corazones están preparados. Terminó con esta certeza personal, con esta convicción personal: Dios está trabajando, verdaderamente Dios está trabajando, nos damos cuenta de eso, hablamos de eso como si fuera algo del pasado.

Dios actúa no sólo en las Iglesias durante las celebraciones, sino allí donde los hombres y las mujeres pasan su vida incluso en la sala de un banquete, nuestras penas, nuestras dificultades no le son desconocidas. Dios actúa en la historia, en la gran historia en que la estamos sumergidos en todo el mundo, la más modesta que nos atañe más de cerca.

Somos capaces de reconocer su acción gracias a la palabra y a los profetas de hoy, que nos siguen enviando, y está muy cerca de nosotros: los hijos, las esposas, las hermanas de comunidad, los hermanos de mi comunidad, los jóvenes que encuentro todos los días.

Dios actúa en nuestra Familia Salesiana en todos el Mundo, a través de diferentes dones que no buscan el beneficio de un sector individual, sino el bien de todos, por eso los celos, las envidias, las murmuraciones, las rivalidades, que arraigan, incluso donde a veces nos encontramos son un síntoma de nuestra ceguera y un insulto a Dios, y los digo así fuertemente: un insulto, una ofensa a Dios.

Nosotros, todos y cada uno nosotros, todos, todos juntos como Familia de Don Bosco, somos invitados, por nuestra Madre María a hacer todo lo que Él –Jesús- nos diga, es decir, lo reverso de lo que no es Dios, o de su Reino, o su Evangelio.

Esta es la tarea de la Familia de Don Bosco hoy, nos esperan los jóvenes, sus familias, y entre ellos, siempre los más pobres.

Que Dios nos bendiga, Amén”