Hoy celebramos a san Francisco de Sales, patrono de la Pía Sociedad que lleva su nombre y cuya espiritualidad inspiró a San Juan Bosco para que le 18 de diciembre fundará este proyecto de vida consagrada basada en sus característica pastorales como son el Amor pastoral (Amorevolezza), la ternura, la paciencia, la cercanía, entre muchas otras virtudes que el santo de la juventud pudo ver como elementos donde la presencia del Espíritu Santo se hacía evidente, en una espiritualidad que asumió para sus hijos y destinatarios (Const. Art. 1).

Nació prematuramente el 21 de agosto de 1567 en el Castillo de Sales, Saboya, fue bautizado al siguiente día en la Iglesia de Thorens, bajo el nombre de Francisco Buenaventura. Su madre fue Francisca de Boisy, joven mujer amable y piadosa con firmeza en la fe, su padre difería en mucho con su esposa, Francisco que al casarse asumió el nombre de ‘Boisy’ era de fuerte temperamento, entrado en años, casi violento, deseaba un linaje fuerte con agudeza política, combativa que representará la casa a que pertenecía.

Desde pequeño Francisco tuvo una condición delicada, pero bajo los cuidados de destacados tutores  se dedicó a cultivar las destrezas de los caballeros y nobles:  el ejercicio físico, esgrima, la equitación, el protocolo de conducta social, el estudio incluso el baile, él  se fortaleció tanto corporal  como intelectualmente.

Cuando niño se divertía jugando en el Castillo, le gustaba ir a la capilla a orar y contemplar el altar, era asiduo de ayudar a los pobre, fue receptivo al don de Espíritu Santo en la generosidad prodigo al dar, la influencia de su progenitora era su maestra de catecismo y le narraba hermosas historias de fe, de ella parece haber aprendido los principios de pastor: predicar la palabra y enseñar a través de la catequesis.

Su padre temía que su hijo fuera a crecer de voluntad mediocre por los cuidados maternos casi al grado de considerarlo un mimado. Curiosamente el preceptor elegido por su padre fue el férreo y estricto religioso y sacerdote Jean Déage, hombre de Dios de gran exigencia quien en más de una ocasión pondrá en apuros al buen chico, quien no protestó ante todas las pruebas, en cambio supo agradecerle toda la vida su dedicada a su formación, pero él mismo –Francisco- será menos duro e inoportuno para hacer grato el aprendizaje a quienes se le confíen.

A los 8 años ingresó al Colegio de Annecy, a los 10 hizo la Primera Comunión y Confirmación, se impone el firme  propósito de visitar frecuentemente a Jesús Sacramentado en cada oportunidad que se le  presente.

Su llamado a la vida sacerdotal por el momento no lo externa a su padre que desea una carrera y vida secular, así que  lo envía a estudiar a la Universidad de París con sólo 14 años de edad.

Se le había destinado al Colegio de Navarra, institución a donde se formaba tradicionalmente a todos los hijos de la casa de Saboya, pero convenció a su padre de inscribirle  en el Colegio Jesuita de Clermont famoso por inculcar tanto el amor a la ciencias como hacia Dios. el p. Jean Déage le ayudó a llevar un plan de vida con asiduidad a los sacramentos, orden en el estudio y ejercicio físico: equitación, esgrima y baile (necesario socialmente en la nobleza).

Fue afecto a la retórica, la filosofía y la teología, hizo un voto de castidad privado y se consagró a la Virgen María, logró superar las tentaciones de su época, si bien casto a los 18, él  reconocía que su carácter era explosivo e iracundo ante ciertas humillaciones, pero su control hacia que casi nadie lo notará, la tentación vino por otros derroteros: el sentimiento de que estaba perdida su alma, ante el pensamiento de la tesis determinista de su época, que se puede ver reflejada en el pensamiento herético calvinista de la época. El temor de nunca poder amar a Dios lo condujo al insomnio y los desvelos, esto  mermó su salud debido a la falta de apetito que le provocaba tanta preocupación.

Fue Dios quien le abrió las puertas de su amor amable y compasivo cuando al entrar en la Iglesia de San Esteban en París, y al arrodillarse ante la imagen de la Santísima Virgen y rezar oración de San Bernardo, fue que pudo abrir su corazón a la gracia.

1588: Por deseo se su padre estudio derecho en Padua hasta doctorarse a los 24 años de edad, mas con el apoyo de los buenos sacerdotes Jesuitas y fortaleció su respuesta al llamado que Dios le hacía.

Retornó al castillo de Thuille, Annecy -que hoy ha dejado de existir-, ahí  su padre le plantea la necesidad y su deseo de que desposará con una noble dama, y que se preparará  a establecerse en un buen y redituable  puesto público.  Sin embargo Francisco declinó a la oferta de ser senador. A la vez reveló a su  progenitor el profundo deseo de su corazón:  de ser sacerdote, a lo que su padre desilusionado puso no poca resistencia.

Su padre comprendió que sin su consentimiento no podría seguir el llamado de Dios, así que tras muchos desencuentros hizo ceder a su esposo.  El 18 de diciembre de 1593  el joven Francisco recibió el orden sacerdotal, casi de inmediato  inició su ministerio sirviendo en especial a los menos favorecidos y pobres.

Tras los conflictos que vinieron con la reforma protestante de Lutero y luego Calvino las condiciones zona de Chablais, en la costa sur del lago de Ginebra, eran deplorables por los ataques de los ejércitos protestantes, el duque de Saboya rogó al Obispo Claudio de Granier que enviase algunos misioneros a evangelizar de nuevo la región, los intentos fracasaron. Francisco que comprendía lo que sucedía se ofreció voluntariamente, su padre le negó la bendición por considerar que era una locura lo que hacia.

El 14 de septiembre de 1594, día de La Santa Cruz, partió a pie, acompañado solamente por su primo, el canónigo Luis de Sales, a Chablais. En Thonon había solo 20 católicos, quienes temerosos se ocultaban para evitar los ataques por motivos de fe. Aquellos intrépidos  primos trabajaron día y noche, predicaron exhortando a los vacilantes pobladores a dar testimonio de su fe.

Un noches camino al castillo de Allinges, Francisco fue atacado por lobos por lo que trepó a un árbol salvó la vida, pero quedo en la copa, estaba muy débil, algunos campesinos calvinistas le auxiliaron, su gratitud fue tan elocuente y amable que los hizo sus amigos, y pronto los convirtió al catolicismo.

Comprendió que la conversión verdadera viene de tocar los corazones y las mentes del pueblo, más que con razones con el amor y la ternura, con la cercanía y la caridad. Inició escritos y panfletos refutando las tesis calvinistas, atendió espiritualmente a los soldados de la guarnición del castillo de Allinges, católicos sólo de nombre.

En Thonon el número de conversos aumentó y la gente empezó a escuchar en grandes números los sermones de padre Francisco, sus predica y amabilidad incitaba a quienes le escuchaban o le conocían a regresar a la Iglesia de Dios.

El El Obispo Granier visitó la misión y entre 3 a 4 años más tarde, vio tan grandes frutos que  le pidió a Francisco considerar el ser nombrado Obispo coadjutor, a lo que Francisco se negó, Granier no se rindió hasta lograr que aquel buen sacerdote aceptará la propuesta.

Tras un examen que abordaba 35 puntos específicos de la  teología,  en que incluso participó el Papa se confirmó su nombramiento como Obispo coadjutor de Ginebra, a la muerte del S.E.R. Claudio de Granier, acaecida en 1602, Francisco paso a sucederle en el gobierno la diócesis, designando como lugar de su residencia a Annecy.

Entre sus contribuciones a la Iglesia destaca la fundación en 1610 de la Orden de Religiosas de la Visitación de Santa María junto con la baronesa Juana Francisca de Chantal, a quien conoció en 1604 en Dijon, además de Charlotte de Bréchard.

En 1610, el santo Obispo padeció la pena del deceso de su madre, con quien se reuniría en el cielo sólo 9 años después tras una corta pero ardua vida al servicio de la Iglesia.

Tras un viaje a Lyon, Francia el Obispo enfermó, a pesar de los cuidados que le dispensaron,  su condición se agravó, por lo que el 28 de diciembre de 1622, fiesta de los Santos Inocentes, expiró su último aliento rodeado de religiosa que oraban al borde su lecho, sus últimas palabras fueron ‘en el nombre de Jesús’,  tenía 56 años de edad y 21 años de servir como Obispo

San Francisco fue beatificado por el Papa Alejandro VII en el 1661, quien también lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte.

En 1878 el Papa Pío IX, destacó la gran relevancia y aporte de  los escritos de San Francisco de Sales:

- ‘Las controversias’;

- ‘La Introducción a la Vida Devota' -Filotea-.

- ‘El Tratado del Amor de Dios’ - Teótimo-,

Y la colección de sus sermones, los calificó como "verdaderos tesoros de sabiduría", por lo que  declaró a san Francisco de Sales 'Doctor de la Iglesia', hoy  es conocido como 'El Doctor de la amabilidad'.

El 18 de diciembre de 1859, el Padre Juan Bosco propuso un ejercicio práctico de piedad a sus muchachos, a quienes invitó a forma parte de una congregación, cuyo patrono sería el santo de la amabilidad por lo que recibirían el nombre de Pía sociedad de San Francisco de Sales, y por lo cual serían conocidos como ‘salesianos’.

En el año 2022 ante la celebración del  centenario de su fallecimiento, el ahora Cardenal, S.E.R. Ángel Fernández Artime siendo Rector Mayor de los  Salesianos, dedicó el Aguinaldo y un año de gracia con el fin  reafirmar y profundizar, el estudio conocimiento y asimilación  del carisma que inspira a la Familia Salesiana.