El domingo 30 de octubre, tuvo doble sentido festivo, el primero fue la primera Misa y la bienvenida del padre Renato Rondolini al Oratorio Salesiano Don Bosco de la Ciudad de Puebla, se trata de un salesiano de origen italiano que lleva muchos años de ser misionero en México, y quien hace muchos años fue uno de los iniciadores de la obra de Artesanado de Nazareth, en Santa Catarina, Ciudad de México, obra dedicada al proyecto “Chavos de Don Bosco”, de comunidad de carácter social atiende a chicos de escasos recursos y en situación de riesgo. También el padre Renato trabajó durante muchos años como misionero salesiano en Chiapas.

Ahora la inspectoría de México-México le ha designado como responsable para guiar el rumbo de la Oratorio Don Bosco de Puebla, con apoyo de sus hermanos que integran la Comunidad de María Auxiliadora de aquella localidad, motivo por el cual, la comunidad oratoriana le recibió con cantos mexicanos, bailables tradicionales y una buena verbena popular, donde los platillos incluyeron el rico mole poblano.

Otro motivo para estar contentos fue el festejar de forma antelada las festividades de todos santos y fieles difuntos que tendrán su propio momento los días 1 y 2 de noviembre. Por lo anterior fue colocada una ofrenda que recordaba a oratorianos insignes como el salesianos Cooperador Luis Figueroa, o salesianos que atendieron el oratorio y quienes recientemente parieron la cielo como el padre Álvaro Méndez Rodríguez, el padre Ángel Beltramíi, o también de  grata memoria como el padre José Hiram Huerta Palma, sólo por mencionar  algunos de los muchos buenos salesianos que han dejado en alto el nombre de Don Bosco.

En la homilía del día el padre Rondolini hizo hincapié en como la persona de Zaqueo, cuya moralidad y vida distaba mucho de la de un santo u hombre de Dios, y su cambio al conocer de Jesús, su deseo de conocerle, de cambiar y transformar su conducta y vida, puede ser aplicada a cada uno de nosotros, pues seguramente todos estamos necesitados de Dios.

Durante la verbena el padre Renato saludaba a todos los que llegaban y cuando le preguntaban ¿Cómo está padre? el respondía: “Pues ahora te veo estoy mucho mejor” con ese estilo franco y salesiano que le distingue, mientras le dedicaban algunas melodías interpretadas por un joven mariachi.