Este 22 de febrero empieza el tiempo de Cuaresma con el ‘miércoles de ceniza’, el pasado 16 de febrero el Vaticano a través de un comunicado del S.E. Mons. Diego Ravelli Maestro responsables de la las celebraciones litúrgica de la Santa Sede, dio a conocer que el Papa Francisco preside una celebración penitencial para destacar el comienzo de este tiempo litúrgico a modo de ‘Estaciones’.

A las 16:30 horas -tiempo de Roma- en la iglesia de San Anselmo al Aventino, comenzará esta liturgia ‘‘Estacional’, seguida de la procesión penitencial que partirá rumbo a la Basílica de Santa Sabina. La procesión estará conformada por cardenales, arzobispos, los obispos, monjes benedictinos de San Anselmo, dominicanos de Santa Sabina y fieles laicos. Tras la procesión, en la Basílica de Santa Sabina, iniciará la celebración eucarística que incluirá el rito de bendición e imposición de la ceniza.

-Si desean pueden descargar el librito de la celebración en el enlace al final de este artículo.-

El 20 de Febrero fue dado a conocer el librito de la celebración –que puede descarar enlace al final de retículo-

En su Mensaje para la Cuaresma 2023 - fechado el 25 de enero y publicado el 17 de febrero- el santo padre Francisco habla de la 'Ascesis cuaresmal' como un 'un camino sinodal'

 Cabe destacar que el diccionario de la lengua española define la ascesis como las ' Reglas y prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud', pero más que sólo preceptos que obedecer o cumplir y/o acciones que seguir, los medios penitenciales corresponden al ejercicio de obras de misericordia espirituales y materiales, dones por los que el hombre busca abrirse a la gracia y dispone su persona al perdón de Jesús para poder responder fortalecidos por Espíritu Santo a su mandato de amar a Dios al prójimo.

Junto con el ayuno, la oración –que debe incluir la meditación de la palabra de Dios- y la limosna, la reconciliación, y la comunión sacramental la Iglesia nos exhorta a vivir las 14 obras de Misericordia, 7 corporales y 7 espirituales. Las obras corporales de Misericordia son: 1) Dar de comer al hambriento; 2) Dar de beber al sediento; 3) Dar posada al necesitado y peregrino; 4)Vestir al desnudo; 5) Visitar al enfermo; 6) Visitar a los presos y 7) Dar cristiana sepultara a los difuntos.

Las obras espirituales de Misericordia son: 1) Enseñar al que no sabe; 2) Dar buen consejo al que lo necesita; 3) Corregir al que está en error; 4) Perdonar las ofensas; 5) Consolar al triste; 6) Sufrir con paciencia los defectos de los demás; 7) Rozar a Dios por vivos y difuntos.

Nuestro amor al prójimo debe ser el testimonio de nuestro amor por Dios.

Fechas para Cuaresma y Semana Santa 2023

Cuaresma

Inicio: miércoles de Ceniza 22 de Febrero

Con la ceremonia, liturgia o rito de la bendición e imposición de ceniza, comienza el tiempo de ayuno y oración de 40 días caminando con Jesús por el desierto. Es un llamado a la conversión y retorno a Dios; la ceniza es un signo penitencial a la vez que una respuesta al llamado de Jesús al cambio: ‘Conviértete y cree en el Evangelio.’

Al mismo tiempo nos recuerda lo frágil de nuestro origen y naturaleza ante la persona de Dios: ‘Recuerda de que eres polvo y en polvo te convertirás’. No enfrenta a la realidad de que sin Dios somos simple polvo, así quedan fuera nuestras pretensiones de grandeza, autosuficiencia, arrogancia, nuestras mundanas seguridades, nada nos llevaremos al morir, no somos el centro de la historia ni del universo. Fue el soplo de amor de Dios el que nos dio vida, el pecado nos acarreó la muerte, Jesús al aceptar su Cruz por su la Pasión, Muerte y Resurrección aniquila al pecado con su sacrificio y nos rescata de la muerte por su amor, haciéndonos Hijos adoptivos de Dios por el don del Espíritu Santo.

El Domingo de Pascua o Resurrección es el inmediato a la primera luna llena de primavera, el Domingo de Ramos es el anterior, a la fecha de éste se le restan 40 para determinar el Miércoles de Ceniza cada año.

Procesión Penitencial con el Papa Francisco

Video Vatican News

Fechas Relevantes

Arranca la Cuaresma: Miércoles de Ceniza- 22 de febrero.

1er Domingo de Cuaresma: 26 de febrero.

2º Domingo de Cuaresma: 5 de marzo.

3er Domingo de Cuaresma: 12 de marzo.

4º Domingo de Cuaresma: 19 de marzo.

5º Domingo de Cuaresma: 26 de marzo.

Semana Santa

Domingo de Ramos: 2 de abril

Jueves Santo: 6 de abril

Viernes Santo: 7 de abril

Sábado de Vigilia Pascual: 8 de abril

Domingo Pascual o de Resurrección: 9 de abril.

Viernes 17 de febrero de 2023

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2023

“Ascesis cuaresmal, un camino sinodal”

Queridos hermanos y hermanas:

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: ‘¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres’ (Mt 16,23). Y ‘seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado’ (Mt 17,1).

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a ‘subir a un monte elevado’ junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.

En el ‘retiro’ en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es ‘sinodal’, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús ‘se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz’ (Mt 17,2). Aquí está la ‘cumbre’, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos ‘caminos’ a seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: ‘Escúchenlo’ (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

Al escuchar la voz del Padre, ‘los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: ‘Levántense, no tengan miedo’. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo’ (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo ‘a Él solo’. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El ‘retiro’ no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: ‘Levántense, no tengan miedo’. Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.”

Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo

Francisco

Descargar el librito de la celebración de Miércoles de ceniza con el Papa