¿Qué significa la palabra adviento?

Proviene del latín ‘Adventus’ que significa ‘llegada’ (RAE, 2014), se trata del tiempo litúrgico de preparación a la Navidad, abarca las cuatro semanas que la preceden, otras referencias le definen como “venida, llegada y advenimiento”, y conciden en que se trata del ‘tiempo litúrgico antes de Navidad’ (Mir y Palestra Latina, 1982). Cada uno de estos domingos antes del 24 de diciembre, van marcando el ritmo de nuestro caminar a la gran fiestas que conmemora el nacimiento de Jesús Nuestro Salvador (Augé, 1995).

Para este 2021 el Primer Domingo de Adviento , tiene como fecha el 28 de noviembre, comienza al celebrarse sus vísperas y con él iniciamos el año litúrgico 2022 , los siguientes domingos sucederán en el siguiente orden:

Segundo Domingo de Adviento: 5 de diciembre 2021

Tercer Domingo de Adviento: 12 de diciembre 2021 (Coincide con la Solemnidad de Santa María de Guadalupe)

Cuarto Domingo de Adviento: 19 de diciembre 2021.

Nochebuena será el viernes 24 de Diciembre de 2021 y en la madrugada del sábado 25 de diciembre inicia la Solemnidad de la Navidad.

Como hemos señalado el Adviento inicia con la víspera del primer Domingo de Advierto y concluye con las Vísperas de la Fiesta de Navidad en la llamada 'Nochebuena'. Además, cabe hacer mención que en las lecturas y en los Evangelios se suelen hacer referencia a tres personajes bíblicos relevantes: A San Juan Bautista, al profeta Isaías y a la Virgen María, además del mismo Jesús.

El Adviento recuerda la venida de Jesús en dos sentidos: En la historia del hombre –venida histórica- y su Venida Gloriosa para la salvación del hombre a esto la Iglesia le suele llamar ‘escatología’ (vocablo que se forma de las palabras griegas ‘escatos’ o ‘eschato’ que en español significa ‘lo antiguo’, y ‘logos’ estudio o tratado, es decir, se entiende de una rama de la teología que estudia el destino, el fin y meta última del ser humano y el universo: Dios mismo).

El Adviento es considerado por la Iglesia como un tiempo de conversión pero a la vez de esperanza, es muy distinto de la Cuaresma pero forma con ella parte de ciclo que nos lleva la máxima de las Fiestas Cristianas: la Pascua. El Adviento igual que la Navidad nos recuerda al Hijo de Dios que nacerá de una Virgen -Jesús- quien tiene una tarea: Liberarnos de las cadenas que nos ataban al pecado, rescatarnos de la oscuridad con su Luz, revelando el designio de amor que Dios Padre tiene para con nosotros.

Por su parte Dios nos invita a permanecer en oración, en atenta y permanente vigilancia, a quienes ya se han iniciado o han recibido los sacramentos - como la santa Comunión y la reconciliación- , se les exhorta a frecuentarlos y a prepararse, y a quienes aún no reciben, se le da a conocer este primer anuncio o ‘Kerigma’, como hizo aquel Ángel que proclamó a los pastores ‘la Buena Nueva del nacimiento de Jesús’: “No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto le servirá de señal: encontraran un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Evangelio de San Lucas) , pues esto alimenta nuestra alma, nos fortalece e incrementa nuestro deseo de hacer la voluntad de Dios: el servirle en nuestros hermanos, en especial a los más necesitados- Nos impulsa a ser ‘Iglesia en salida’, como el Espíritu Santo ha inspirado al Papa Francisco a subrayarnos como tarea de una dinámica de extender el Reino por el amor.

Es un tiempo que se torna gozoso hacia la Navidad y que de ésta, se extiende y expande durante el Año Nuevo Litúrgico a su destino final que es celebrar la Pascua de Jesús.

Los signos externos que nos ayudan.

Existen algunos signos sensibles que nos ayudan en estos tiempos –no son esenciales en sí mismos- y que nos benefician al permitirnos desarrollar una mejor disposición a la dinámica del Espíritu Santo en este tiempo de preparación, entre ellos tenemos:

- La Oración, el Santo Rosario y los novenarios.

- Las letanías

- La Corona de Adviento

- Las posadas: cuando están orientadas como celebración de la fe que acompañan el peregrinar de santa María y de san José en sus tribulaciones hasta que Jesús nace.

- Colocar el ‘nacimiento’ que representa el momento del nacimiento de Jesús y nos hace participar como familia y como comunidad.

 

Para este 28 de noviembre de 2021 el primer signo es la ‘Corona de Advierto’, tanto este símbolo como el árbol de Navidad son elementos que la Iglesia, reconociendo elementos de la “conciencia” sobre Dios en los rituales paganos –se comprenden también como ‘las semillas del verbo’-, entreven la percepción y búsqueda honesta de su creador. Estos hombres sinceros en su entendimiento buscan asumir elementos como el Sol - caen en equívocos y errores al designar al ‘dios Sol’, que manifiestan un ‘hacer y crear’ del Dios pero no es Dios – porque influyen en su vida y naturaleza, así intuyen la necesidad de dar gracias y rendir culto a un creador por lo que hace con ellos –les da luz, calor, hace crecer el trigo, sus alimentos etc.- confundidos como se encuentran, sin la luz de Jesús, dirigen su pensar a lo mejor de la creación, pero aun desorientados por su propia interpretación, tradición, leyendas, mitos, creencias, o la imaginación no aciertan a descubrir del todo al Dios que les dio la vida.

Son aquellos que movidos desde los más profundo de su ser, quienes deseaban con sinceridad rendir honor al verdadero Dios, a quien descubren en la naturaleza, pero aún no contaban con el don de su ‘revelación’, sólo tienen pistas. Sucede como nos mostró san Pablo cuando al encontrar un nicho y/o altar con la leyenda “al Dios desconocido” (Hechos 27, 23), y como nos aclara el Papa Francisco: ‘lo empuja –a san Pablo- a crear un puente para dialogar con esa cultura (…) Pablo observa la cultura y observa el ambiente de Atenas ‘desde una mirada contemplativa’ que descubre ‘al Dios que habita en sus hogares, en sus calles y en sus plazas’ (Evangelii gaudium, 71). ‘Pablo no mira a la ciudad de Atenas y al mundo pagano con hostilidad, sino con los ojos de la fe’, afirma el Su Santidad Francisco (Francisco, 2019).

Los origines del Adviento como celebración litúrgica

La primera referencia del la celebración de la Liturgia del Adviento se puede encontrar hacia el Siglo IV en la Galia Romana, la llamada ‘Hispania’ - en específico lo que hoy es España- cuando se hicieron los primeros preparativos en modo de ‘ascesis’, es decir, con actos de ayuno y penitencia, entendidos como medios para estar mejor preparados en vistas a celebrar la Solemnidad de Navidad. En la ciudad de Roma, sólo se han podido encontrar evidencias de estos ‘preparativos’ a partir del siglo VI, es decir, el arraigo del Adviento como tiempo litúrgico especial, lo hallamos entre el siglo VI y el VI. De una la liturgia Ambrisiana-Galesiana de seis semanas, se fue trasformado hasta ser instaurada por Gregorio Magno la espera de las cuatro semanas (Augé, 1995).

Por ejemplo San León Magno no conoció la celebración del Adviento en la Roma de su tiempo, sin embargo él relacionaba el nacimiento de Jesús en Belén con su segunda Venida Gloriosa y el fin de los tiempos. Para aquellos primeros cristianos, la Navidad manifestada a través de la humildad del pesebre, ya era una fiesta de triunfo, conectada con el triunfo redentor de la Cruz y éste a su vez relacionado con el triunfo final de Cristo en el momento de su retorno definitivo.

Así la preparación a la Navidad se fue enriqueciendo de un modo totalmente natural y gradual, poco a poco hizo suyos dos puntos cardinales para entender el misterio de Jesús Salvador: la espera del Señor en la Gloria y primicia e su ‘venida en la carne’, es decir, su nacimiento, y más tarde, se espera el culmen de todo, con su segunda venida.

Hacia la Edad media se agregaron otros elementos navideños adicionales, para enfatizar esta espera: el canto del ‘Rorate coeli desuper”, palabras con las que comienza la antífona de entrada del Adviento ‘Rorate, caeli, desuper, et nubes pluant justum’ que en español quiere decir "Destilen , cielos, desde lo alto, y que las nubes lluevan al justo" (Isaías 45, 8) fragmento que la liturgia y el canto transforman a: "Que el rocío desciende desde lo alto, oh cielos, y deja que las nubes lluevan al Justo". Además el rezo del Magnifica.

A las antífonas con motivo de espera se les agrega la exclamación “O” que en español es ¡Oh! para darle un sentido de lo magnífico, lo grandioso del nacimiento del niño Jesús, exaltando el momento (Augé, 1995) pero reservando los villancicos u otras expresiones de mayor gozo y alegría a la Navidad (Dalder Salazar, 2017).

Tanto dicho canto como el rezo del Magnifican se incluían y presentaban ya, en los libros y pergaminos sobre Jesús de le Edad Media, estos con sus letras capitales –letras grandes y muy marcadas- cuya composición constituía una especie de resumen de la oración de los justos del Antiguo Testamento, formando un acróstico que al leerlo en su sentido inverso dice "Ero cras" lo que hoy aún trasmite un mensaje en clave de Jesús " Estaré mañana", es decir, pronto.

O Sapientia (Oh Sabiduría)

O Adonai (Oh Adonai)

O Radix Jesse (Oh Raíz de Jesé)

O Clavis David (Oh Llave de David)

O Oriens (Oh Sol Naciente)

O Rex Gentium (Oh Rey de las naciones)

O Emmanuel (Oh Emmanuel)

De acuerdo al Misal (CCC, 2020): es la respuesta divina a las súplicas de los fieles, es Jesús que nos dice: ¡Estaré  Mañana!

Este acróstico está grabado en la piedra del altar de la Gruta de Belén, y es el último día de la pre-octava navideña del 23 de diciembre aun paso de la Nochebuena, que ya es inminente. La Iglesia entera aclama: Ven a salvarnos, Señor Dios nuestro’, corresponde al antiguo ¡Maranath! que significa: ¡Ven, Señor! Dios nuestro.

Así es la que la antífona se va enunciando a lo largo de la espera del 17 al 23 de diciembre:

17 de Dic.: Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ¡ven y muéstranos el camino de la salvación!

18 de Dic.: Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ¡ven a librarnos con el poder de tu brazo!

19 de Dic.: Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ¡ven a librarnos, no tardes más!

20 de Dic.: Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ¡ven y libra los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte!

21 de Dic.: Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la Luz Eterna, Sol de justicia, ¡ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte!

22 de Dic.: Oh Rey de las naciones y deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ¡ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra!

23 de Dic.: Oh Emmanuel, Rey y Legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ¡ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!

 

El Adviento como hoy lo celebramos tiene esta doble intención, primero nos prepara a la Navidad:

1) Solemnidad que conmemora el primer 'advenimiento' o llegada de Jesús el Hijo de Dios entre los hombres, y

2) A la vez es aquel tiempo que nos permite "conmemorar", recordar, y desde nuestros espíritus –entendiéndolos como unidad de inteligencia y alma- dirigir nuestra atención a la esperar el segundo advenimiento de Cristo ( Auge, M., 1995)

 

Los signos sensibles se han enriquecido de tradiciones germanas, noruegas, suecas y danesas, que si bien fueron dedicadas a dioses nórdicos paganos, nos aportaron signos como la Corona de hojas y el árbol de Navidad. El sagrado árbol de fresno que se alzaba en honor al reino del dios mítico Odín padre de Thor, fue sustituido por el actual árbol navideño y se atribuye a San Bonifacio, quien vivió entre el siglo VII y VII d.C, el haber cristianizado estos símbolos, retó las creencias del norte europeo, al colocar un abeto o pino en lugar del fresno, el cual simbolizaba la casa de Odín y la unidad de sus nueves reinos o mundos mitológicos, por este sencillo árbolito cuyas candelas significaban la Luz de Jesús, se dice de él:

San Bonifacio… uno de los grandes misioneros de los primeros tiempos del cristianismo, extendió su labor evangelizadora por Europa, donde halló el culto a estos árboles. Entre sus cometidos se encontraba el de eliminar los símbolos paganos, y uno de ellos decidió que debía ser el árbol venerado. Se cuenta que el santo, ante la mirada de los germanos tomó un hacha y cortó el árbol y en su lugar plantó un pino, símbolo perenne del amor de Dios, lo adornó con manzanas y con velas; el significado es claro, las manzanas simbolizan las tentaciones y las velas representaban la luz de Cristo que ilumina el mundo. A medida que pasó el tiempo, estos símbolos se fueron transformando en esferas y otros adornos” (Rodríguez Gallar, 2009 p. 842-843).

El haber cristianizado estas expresiones, tuvo como consecuencia que estas se extendieran por muchos países, al grado que hoy y desde hace años se alza un gran abeto en la Plaza de San Pedro para celebrar la Natividad de Jesús y ‘Luz del mundo’

 ¿Qué significa la Corona de Adviento para nosotros?

Ahora bien, la Corona significa : camino, trayecto, hacia la Navidad, amor, unidad, acompañamiento, comunión, comunidad… así es todo esto.

Primero su forma circular nos indica que Dios en infinito, perfecto, Principio y Fin, es el Dios del tiempo y su dueño, el tiempo no lo domina, Dios es eterno.

El lazo rojo que suele ponerse significa la unidad Dios y Hombres, su amor a nosotros (Amor de Dios) y nuestro amor a Él (amor hacia Dios), la comunión: Iglesia y Fieles, la fraternidad: hombres todos hermanos

Las ramas verdes y los frutos secos y otros elementos: representan la esperanza cristiana, la vida, la resurrección el triunfo de la vida sobre la muerte, la fertilidad, la abundancia del creyente cuya vitalidad viene del árbol principal que es Dios, de quien le viene toda vitalidad y sin que nada puede ni da fruto (como la Vid y los sarmientos).

Las cuatro o cinco velas o cirios, que representan los cuatro domingos que forman y marcan –como ya hemos dicho- el tiempo litúrgico del Adviento, estas luces representan una espera atenta, con la luz se hace referencia a la esperanza y la actitud de la conversión. Son luz que disipan gradualmente las tinieblas hasta que el Príncipe de Paz, Jesús, llega, Él Luz sobre todas, que a una vez ilumina las naciones, que llega a todos.

La corona que nos dispone a la espera a la vez nos recuerda que este mundo no es nuestra casa final, no es nuestra verdadera nación, somos peregrinos en esta realidad, estamos en camino buscando la plenitud.

Las tres velas o cirios de color morado concuerdan con el color litúrgico del Adviento, nos hacen reflexionar sobre la importancia y necesidad de la espera, de la conversión, de darnos un tiempo para apartarnos de todo lo que nos distrae de Dios y de a hacer el bien, nos llama a la austeridad servicial que no despilfarra, sino que generosa da a los demás, se dona. En esto está la penitencia mayor que es dejar de hacer el mal, renunciar al ser egoísta en nosotros y caminar haciendo el bien, y a la vez ir analizando, cavilando y reflexionado que es lo que Dios más desea de nosotros.

Así nos preparamos para la celebración magnifica de una Navidad Solemne, con hechos que hacen concordar nuestros dichos –palabras- con buenas acciones, sin que estás sean vistas por los demás, sin presumirlas ni ostentarlas.

La tercera vela suele tener un color rosado, que se corresponde también con las vestiduras litúrgicas que se usan en el domingo más cercano al días de navidad es un color muy propio de Santa María, tono de alivio y de Alegría, una alegría que comparte todo el mundo pues Dios está por nacer, Aquel que nos salva se ha dignado donarnos a su Hijo muy amado, a su primogénito, y en Él se hace cercano, se hace hombre, uno de nosotros. En la Misa de ese domingo se comienza con la antífona de entrada “Gaudete”, que significa “alégrense”.

En el centro de la corona, se puede colocar un cirio de color blanco, este representa a Jesucristo, cuya luz nos aparta de la oscuridad, nos ilumina y nos hace saber que Él está entre nosotros, con nosotros .

En cada uno de los domingos del Adviento se va encendiendo una de las velas, hasta llegar al cirio blanco que se enciende precisamente el día de la Navidad y al empezar este a brillar podemos proclamar con Jesús: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12).

 

Bendición de la Corona de Adviento

En las Iglesias locales y parroquiales, en institutos y colegios católicos se acostumbra realizar la bendición de las coronas de Adviento, debido a la pandemia si no fue, o no les es posible asistir aún a estas ceremonias quien fuese la cabeza de la familia procure dirigir esta breve liturgia:

Bendición en la Corona de Adviento

El Lector o quien dirige puede leer la siguiente introducción

La “Corona de Adviento” o “Corona de las luces de Adviento” es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad. Por medio de la bendición de la corona se subraya su significado religioso.

 La luz indica el camino, aleja el miedo y favorece la comunión. La luz es un símbolo de Jesucristo, luz del mundo. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona muestra la ascensión gradual hacia la plenitud de la luz de Navidad. El color verde de la corona significa la vida y la esperanza.

La corona de Adviento es, pues, un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su muerte nos ha dado la verdadera vida. (CEM, 2019).

I Rito de la bendición en la familia (CEM, 2019).

 El ministro o quien dirige, al comenzar la celebración, dice:

Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Todos responden:

Que hizo el cielo y la tierra.

Monición Introductoria

Ministro o quien dirige : Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza.

El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.

Uno de los presentes, el mismo ministro o quien dirige da lectura un breve texto de la Sagrada Escritura, por ejemplo muy breve: Is 60, 1: Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti.

O un poco más extenso por ejemplo:

 Isaías 9,1-2.5-6

Lector: Lectura del libro del profeta Isaías

 Un niño ha nacido

El pueblo que caminaba en la noche divisó una luz grande; habitaban el oscuro país de la muerte, pero fueron iluminados.

Tú los has bendecido y multiplicado, los has colmado de alegría. Es una fiesta ante ti como en un día de siega, es la alegría de los que reparten el botín (...)

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; le ponen en el hombro el distintivo del rey y proclaman su nombre: "Consejero admirable, Dios fuerte, Padre que no muere, príncipe de la Paz."

El imperio crece con él y la prosperidad no tiene límites, para el trono de David y para su reino: Él lo establece y lo afianza por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. Sí, así será, por el amor celoso de Yavé Sabaot.

 Lector: Palabra de Dios

Todos responden: Te alabamos Señor.

 Posteriormente el ministro, si es sacerdote o diácono con las manos extendidas, si quien dirige es un laico deberá hacerlo con las manos juntas, dice la oración de bendición:

 Oremos.

La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado.

Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces.

Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades.

Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

 R. Amén.

Y se enciende el cirio que corresponda según la semana de Adviento

.Si hay un ministro se puede hacer el rito con aspersión de agua bendita:

Es posible emplear este mismo ceremonial los domingos II, III y IV de Adviento

Concluido el encendido de cada vela o cirio se puede entonar el canto propio de Adviento.

  

II. Rito de la Bendición en La Iglesia (CEM, 2019).

 La ‘Corona de Adviento’, que se ha instalado en la iglesia, se puede bendecir al comienzo de la Misa.

La bendición se hará después del saludo inicial, en lugar del acto penitencial.

 

Monición introductoria

Hermanos: Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza.

La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado la verdadera vida.

El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de Adviento, bendecimos esta Corona y encendemos su primer cirio.

Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición:

Oremos.

La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado.

Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces.

Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades.

Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos los presentes: Amén

Y se enciende el cirio que corresponda según la semana del Adviento.

 

Referencias

1. Augé, M. (1995). Liturgia. Historia, celebración, teología, espiritualidad (2ª edición). Barcelona, España: Centre de Pastoral Litúrgica, pp. 235-236

2. Centro Católico de Comunicaciones [CCC]. (2020). La Santa Misa. Misal Diario - Diciembre 2020. México: ArquiMedios, Arquidiócesis de Guadalajara, pp. 67-87

3. CEM. (2019). Bendición de la Corona de Adviento. En Bendicional. México: Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) - Buena Prensa.

4. Francisco (2019). Audiencia General del 6 de noviembre de 2019. Vaticano: Editorial Vaticana.

5. Mir, J. M. (Director) y Palaestra Latina (1982). Vox, Diccionario Ilustrado Latino-Español, Español-Latino (15ª edición). Barcelona, España: Biblograf, S.A

6. Real Academia Española. [RAE]. (2014). Diccionario de la lengua española (23ª edición). Barcelona. España: Espasa Calpe, S.L.U.

7. Rodríguez Gallar, E. (2009). La Navidad a través del tiempo. En La Natividad: arte, religiosidad y tradiciones populares. Málaga, España: Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, pp. 825-846

8. Dalder Salazar, J. (2017). Análisis de la práctica musical en la Iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano II. Colombia: Universidad Católica de Pereira- Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación