Hoy celebramos al Beato Miguel Rúa (1837-1910), sacerdote salesiano y primer sucesor de San Juan Bosco, quien desempeñó un papel fundamental en la expansión de la obra salesiana en el mundo. Nació el 9 de junio de 1837 en Turín, Italia. Desde joven, se unió a la misión de Don Bosco y se convirtió en su colaborador más cercano. Rúa fue ordenado sacerdote en 1859 y, tras la muerte de Don Bosco en 1888, fue elegido como su sucesor en 1889, un cargo que asumió con un profundo compromiso y dedicación, debido a su amor a nuestro fundador, a la obra que Cristo y María iniciaron con el Carisma Salesiano, sencillo y humilde fue un gran impulsor de la presencia salesiana en el mundo

Durante su gobierno, Miguel Rúa se enfocó en la consolidación de la Congregación Salesiana. Bajo su liderazgo, la comunidad creció exponencialmente, estableciendo nuevas casas en varios países. Un hecho notable de su administración fue el envío de los primeros cinco salesianos a México en 1892, marcando el inicio de una presencia salesiana que ha tenido un impacto significativo en la educación y la pastoral juvenil en el país.
La causa de santidad de Miguel Rúa fue iniciada en 1958, reflejando el reconocimiento de su vida ejemplar y su dedicación al servicio de la juventud. La beatificación de Rúa tuvo lugar el 29 de enero de 1972, siendo proclamado beato por el Papa Pablo VI. Este reconocimiento subraya su testimonio de fe y su compromiso con la misión salesiana, así como su fervor apostólico en la educación cristiana de los jóvenes.
Miguel Rúa dejó un legado imborrable, no solo como organizador y líder, sino también como modelo de vida para los salesianos y la juventud que sirvió. Su dedicación y obra siguen inspirando a generaciones, y su beatificación se considera un hito en la historia de la congregación. Su vida es un claro ejemplo de cómo la fe y el servicio a los demás pueden marcar la diferencia en el mundo.




