Como cada año el viernes 8 de diciembre, el santo Papa Francisco –ya repuesto tras su convalecencia por una afección pulmonar-, presidió los actos conmemorativos con motivo de la solemne celebración de la Fiesta de la Inmaculada Concepción del María, Ángelus, Oración y veneración públic.

Al medio día en su reflexión antes del rezo del Ángelus el Sucesor de san Pedro, destacó que el Evangelio de San Lucas se centraba en el episodio la Anunciación (Lc 1,26-38), donde la Virgen María muestra dos actitudes singulares: asombro ante las obras de Dios y fidelidad en las cosas simples (Fuentes: Vaticano, SPSS, Vatican Media, Vatican News y Pontificio Dicasterio para la Comunicación).

Tras el rezo mariano, el santo Padre hizo el feliz anuncio de la ‘1ª Jornada Mundial de los Niños’, ha celebrase los días 25 y el 26 de mayo del 2024 en Roma, por primera vez, patrocinada por el Dicasterio para la Cultura y la Educación, con el fin de responder a la pregunta: ¿Qué tipo de mundo deseamos transmitir a los niños que están creciendo?, y con la objetivo de poner a los niños al centro y cuidar de ellos, afirmó el Papa.

Además, el Pontífice reiteró su llamado a rezar por la paz en el Mundo en especial por Ucrania, Palestina e Israel, sobre todo pidió a los fieles de su diócesis - ya que es Obispo de Roma- que se unieran estrechamente a él en esta intención

 

Reflexión del Evangelio que ofreció el Papa Francisco con motivo de la solemnidad de la Inmaculada Concepción:

“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!

Hoy, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Evangelio nos presenta la escena de la Anunciación (cfr. Lc 1,26-38). En ella se muestran dos actitudes de María que ayudan a comprender cómo custodió el don único que recibió, un corazón totalmente libre de pecado. Y estas dos actitudes son el asombro ante las obras de Dios y la fidelidad en las cosas simples.

Veamos el primero: el asombro. El ángel dice a María: ‘¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!’ (v. 28); el evangelista Lucas escribe que la Virgen ‘quedó desconcertada, y se preguntaba qué podía significar ese saludo’ (v. 29). Se queda sorprendida, desconcertada, turbada: se asombra cuando oye que el ángel la llama ‘llena de gracia’ -la Virgen es humilde-, es decir, llena del amor de Dios. Esta es una actitud noble: saber asombrarse ante los dones del Señor, no darlos nunca por descontados, apreciar su valor, alegrarse de la confianza y la ternura que traen consigo. Y también es importante testimoniar este asombro delante de los demás hablando con humildad de los dones de Dios, del bien recibido, y no solo de los problemas cotidianos. Ser más positivos. Podemos preguntarnos: ¿sé asombrarme ante las obras de Dios? ¿Experimento maravilla alguna vez y la comparto con alguien? ¿O busco siempre las cosas feas, las cosas tristes?

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 Vamos con la segunda actitud: la fidelidad en las cosas simples. El Evangelio, antes de la Anunciación, no dice nada sobre María. Nos la presenta como una muchacha sencilla, aparentemente igual a muchas otras que vivían en su pueblo. Una joven que, precisamente gracias a su sencillez, ha conservado puro el Corazón Inmaculado con el que, por gracia de Dios, fue concebida. Esto también es importante, porque para acoger los grandes dones de Dios es fundamental atesorar los más cotidianos y menos llamativos.

Precisamente a través de la fidelidad cotidiana al bien, la Virgen permitió que creciera en ella el don de Dios; de este modo, se ejercitó para responder al Señor, para decirle ‘sí’ con toda su vida.

Entonces, preguntémonos: ¿creo que lo importante, tanto en las situaciones cotidianas como en el camino espiritual, es la fidelidad a Dios? Y, si lo creo, ¿encuentro tiempo para leer el Evangelio, para rezar, para participar en la Eucaristía y recibir el Perdón sacramental, para hacer algún gesto concreto de servicio gratuito? Son esas pequeñas opciones de cada día las que resultan decisivas para acoger la presencia del Señor.

Que María Inmaculada nos ayude a asombrarnos ante los dones de Dios y a responder a ellos con fiel generosidad cada día.

 

Palabras del santo Padre tras el rezo del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Saludo con afecto a los romanos y a los peregrinos procedentes de Italia y de diversos países, en especial a los fieles de Novoli y a los chicos de Confirmación de Cingoli.

En esta fiesta de la Inmaculada, en las parroquias italianas se renueva la adhesión a la Acción Católica. Animo a todos los socios, desde los más jóvenes hasta los ancianos, a ser piedras vivas en la Iglesia y levadura buena en la sociedad. ¡Buen camino!

Bendigo de corazón a los fieles de Rocca di Papa y la antorcha con la que encenderán la gran estrella sobre la fortaleza de su bella ciudad, en honor a María Inmaculada.

Envío mi saludo a los fieles de la diócesis de Quebec, en Canadá, que celebran hoy a su Patrona, la Inmaculada, e inauguran el Jubileo del 350° aniversario de la diócesis. Quebec fue la primera diócesis fundada en Canadá. ¡Feliz año jubilar y que la Virgen María les acompañe!

Y ahora tengo la alegría de anunciar que el 25 y el 26 de mayo del año que viene celebraremos en Roma la primera Jornada Mundial de los Niños. La iniciativa, patrocinada por el Dicasterio para la Cultura y la Educación, responde a la pregunta: ¿qué tipo de mundo deseamos transmitir a los niños que están creciendo? Como Jesús, queremos poner a los niños en el centro y cuidarlos.

Esta tarde iré a Santa María la Mayor y luego a la plaza de España para rezar a la Virgen. Les s pido a todos, especialmente a los fieles de Roma, que se unan espiritualmente a mí en estos gestos de encomienda a nuestra Madre, rezando especialmente por la paz, la paz en Ucrania, la paz en Palestina e Israel, y en todas las tierras heridas por las guerras. Pidamos paz, que los corazones se pacifiquen, ¡que haya paz!

Y les deseo a todos una feliz fiesta y un buen camino de Adviento bajo la guía de la Virgen María. Saludo de modo especial a los jóvenes de la Inmaculada, ¡hoy es su día! Y, por favor, no olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!”

 

Orando ante María “Virgen Salus Populi Romani”

A las 3:30 pm de Roma el Santo Padre antes de presidir el acto devocional en la Plaza de España oró ante la “Virgen Salus Populi Romani” en la Basílica de Santa María la Mayor si bien fue acompañado por parte de la curia del vaticano se trató de un espacio particular de encuentro entre el Vicario de Cristo y nuestra Madre María.

 

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Acto de veneración a la Inmaculada en la Plaza de España

Poco más tarde a las 4:00 p.m. de Roma el Santo Padre presidión un acto público de veneración a la Virgen María en en Piazza di Spagna (Plaza de España) como tradicionalmente lo ha venido realizando en esta temporada

 

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 Así con motivo de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María el Papa Francisco dedicó la siguiente oración a la Virgen (traducción del original en italiano):

Oración del Santo Padre Francisco a María Inmaculada

 

¡Virgen Inmaculada!

Acudimos a ti con el corazón dividido entre la esperanza y la angustia.

¡Te necesitamos, Madre nuestra!

Pero antes que nada queremos agradecerte,

porque en silencio, como es tu estilo, vigilas esta ciudad,

que hoy te envuelve en flores para expresarte su amor.

En silencio, día y noche, velas por nosotros:

en las familias, con alegrías y preocupaciones -lo sabes bien-;

en los lugares de estudio y trabajo; en las instituciones y oficinas públicas;

en los hospitales y residencias de ancianos; en las prisiones; por los que viven en la calle;

en las parroquias y todas las comunidades de la Iglesia de Roma.

Gracias por su presencia discreta y constante,

que nos da consuelo y esperanza.

 

Tu lo sabes, necesitamos de ti, Madre,

porque eres la Inmaculada Concepción.

Tu persona, el hecho mismo de tu existencia.

nos recuerda que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra;

que nuestro destino no es la muerte sino la vida,

no es el odio sino la hermandad, no es el conflicto sino la armonía,

no es la guerra sino la paz.

Mirándote nos sentimos confirmados en esta fe

que los acontecimientos a veces nos ponen a prueba.

Y tú, Madre, vuelve tus ojos de misericordia

a todos los pueblos oprimidos por la injusticia y la pobreza,

juzgado por la guerra: Madre, mira al atormentado pueblo ucraniano,

al pueblo palestino y al pueblo israelí,

que vuelven a hundirse en la espiral de violencia.

 

Hoy, Madre Santa, traemos aquí, bajo tu mirada,

muchas madres que, como te pasó a ti, están en duelo.

Madres que lloran a sus hijos asesinados por la guerra y el terrorismo.

Madres que los ven partir en viajes de desesperada esperanza.

Y también madres que intentan liberarlos de las ataduras de la adicción,

y quienes velan por ellos en una larga y dura enfermedad.

 

Hoy María te necesitamos como mujer,

para confiarte a todas las mujeres que han sufrido violencia

y aquellas que todavía son víctimas de ella,

en esta ciudad, en Italia y en todas partes del mundo.

Tu las conoces una a una, conoces sus rostros.

Seca, por favor, sus lágrimas y las de sus seres queridos.

Y ayúdanos en un camino de educación y purificación,

reconociendo y contrarrestando la violencia anidada

en nuestros corazones y mentes

y pidiendo a Dios que nos libre.

 

Muéstranos ahora, oh Madre, el camino de la conversión,

porque no hay paz sin perdón

y no hay perdón sin arrepentimiento.

El mundo cambia si los corazones cambian;

Y cada uno de nosotros debe decir: ‘empezando por el mío’.

Mas el corazón humano sólo Dios lo puede cambiar

con su gracia: aquella en la que tú, María,

fuiste inmersa desde el primer momento.

La gracia de Jesucristo, nuestro Señor,

que tu engendraste en la carne,

que murió y resucitó por nosotros, y que tú siempre nos señalas.

Él es salvación, para todo hombre y para el mundo.

¡Ven, Señor Jesús!

¡Que venga tu reino de amor, justicia y paz!

Amén.