El pasado 8 de septiembre de 2023, fue dada a conocer la entrevista al joven misionero Mexicano de 33 años de edad Mario Alberto Jiménez Flores, originario de Tijuana, que forma parte de la 154ª Expedición Misionera Salesiana, hermano de la Inspectoría Salesiana de México-Guadalajara (MEG), quien recibió durante la Misa del envío celebrada el 24 de septiembre, en la Basílica de María Auxiliadora, en Turín, Italia la Cruz Misionera de manos del entonces Rev. Padre Ángel Fernández Artime – hoy Cardenal- Rector Mayor, de la Congregación.
A continuación se transcribe integra esta entrevista
- ¿Puede presentarse?
- Mi nombre es Mario Alberto Jiménez Flores, soy salesiano de Don Bosco. Pertenezco a la Inspectoría Cristo Rey y María Auxiliadora de México-Guadalajara (MEG). Tengo 33 años y soy originario de Tijuana, México.
-¿Qué le inspiró para elegir ser misionero?
- Siempre he tenido el deseo de servir y de hacerlo de una forma que me saque de mi zona de confort, que potencie las cualidades que Dios me ha dado y que mitigue mis defectos. Viniendo de una ciudad con tantos problemas sociales, como el narcotráfico, la emigración y la drogadicción, y viendo cómo los salesianos trabajaban por estas personas, mi corazón no se quedó impasible, sino que intenté servir, como salesiano y dentro de esta vocación, a otros jóvenes en otras partes del mundo.
- ¿Estás contento con el lugar al que vas? ¿Tienes algún temor sobre el nuevo lugar, la cultura y la gente?
- Me destinaron a Sudán del Sur, una obediencia que me hace mucha ilusión. Creo que siempre es un reto y existe cierto temor al estar en un lugar nuevo. Está el proceso de adaptación, el trato con los lugareños, los jóvenes, conocer y apreciar las costumbres, etc.
- ¿Cómo reaccionaron tus familiares, amigos y compañeros cuando les hablaste de tu vocación misionera?
- La reacción de algunos de mis familiares y amigos fue de sorpresa, porque se preguntaban por qué tenía que dejar el país. Esta pregunta es normal, porque mi familia y mis amigos viven y frecuentan el oratorio ‘Don Bosco’ de mi ciudad y conocen a muchos salesianos. Sueñan con verme un día al frente del oratorio, pero comprenden que el mundo salesiano es muy grande y que me he puesto a disposición para servir en otras partes del mundo.
- ¿Cuáles son tus planes y sueños para tu vida misionera?
- Mi único deseo es amar y servir, ese es mi sueño. Porque al amar, el corazón no se queda quieto y se mueve al servicio. El amor me impulsa a conocer y valorar a las personas en su cultura. No puede ser otra cosa que esto: amor y servicio.
- ¿Tiene algún modelo de grandes misioneros cuyo estilo y vida le gustaría seguir?
- Tengo dos misioneros salesianos como modelos: uno es el salesiano Don Alberto Maria De Agostini, cartógrafo y misionero en Sudamérica. Compaginó su pasión por la fotografía, poniendo sus conocimientos al servicio de la misión, con su labor en defensa de las poblaciones autóctonas de aquellas regiones. Y el otro es don Luis Bolla. Me inspira su dedicación a los pueblos de la Amazonía... vivió con ellos, estuvo entre ellos durante tantos años, hasta el final de su vida, y eso es algo inspirador.
- ¿Cuál es su mensaje a los jóvenes sobre la elección y la vocación misioneras?
- Profundizar, discernir en el corazón la llamada que Dios hace. Todo se reduce a la capacidad de amar. Aquí estamos hablando de la vocación misionera, pero dondequiera que nos encontremos, como misioneros salesianos, en el trabajo o en la familia, debemos preguntarnos: ¿es éste el lugar donde puedo amar y servir libremente? Y si descubres el lugar donde puedes amar, aunque haya miedo, caminas con valentía, porque su confianza está en Dios.
(Fuente: ANS)