El pasado 3 de diciembre de 2023, se dio a conocer y difundió el mensaje que el Santo Padre preparo para la de la inauguración del ‘Faith Pavilion’ - Pabellón de la fe en Dubái. El Papa Francisco a destacó desde una perspectiva de las religiones en camino de comunión y sin caer den la trampa de sincretismo - para conservar la identidad propia – deberían dar ejemplo trabajando de manera conjunta por el bien del mundo sobre todo en dos aspectos relevantes: la Paz y el clima (Fuentes: Vaticano, SPSS, Vatican Media, Vatican News y Dicasterio para la Comunicación).

Ambas aspiraciones legítimas, según el Santo Padre se deben alcanzar unidos, colaborando como hermanos y hermanas en camino en una casa común, que debemos procurar y reparar, ante el daño que con el avance tecnológico y la busque del poder sin escrúpulos hemos causado al planeta, viviendo como si Dios no existiera, y por el contrario reconociéndonos limitados, cuidar juntos de la vida, oponiéndose a la locura voraz de la búsqueda de omnipotencia que está destruyendo al mundo, lo que replica en varios aspectos los puntos que mencionó en su intervención de la COP28, pero recalcando que aquí la fe en Dios nos acerca.

Videomensaje del Santo Padre Francisco con ocasión de la inauguración del ‘Faith Pavilion’ en Dubái

Queridos hermanos y hermanas:

Los saludo cordialmente, y siento mucho peso no poder estar con ustedes. Confío al Cardenal Parolin las palabras que hubiera querido dirigirles. Quisiera decirles ‘gracias’: gracias, porque han realizado, por primera vez, un pabellón religioso dentro de una COP. Y gracias porque esto atestigua la voluntad de trabajar juntos. Hoy el mundo tiene necesidad de alianzas que no sean contra alguien, sino a favor de todos. Y es urgente que las religiones, sin caer en la trampa del sincretismo, den el buen ejemplo trabajando juntas; no por los propios intereses o los de una parte, sino por los intereses de nuestro mundo. Entre estos, los más importante ahora son la paz y el clima.

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Demos ejemplo, como representantes religiosos, para mostrar que un cambio es posible, para manifestar estilos de vida respetuosos y sostenibles, y pidamos encarecidamente a los responsables de las naciones que la casa común sea preservada. Nos lo piden, en particular, los pequeños y los pobres, cuyas oraciones llegan hasta el trono del Altísimo. Por el futuro de ellos y el futuro de todos, custodiemos la creación y protejamos la casa común; vivamos en paz y promovamos la paz. Gracias.

Palabras para Inauguración del ‘Faith Pavilion’ En la ‘Expo City’, Saludo del Santo Padre Francisco y discurso al que en su nombre, dio lectura el Cardenal y Secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin

Alteza, señor Secretario General, queridos hermanos y hermanas:

Quisiera agradecer al Doctor Ahmad Al-Tayyeb, Gran Imán de Al-Azhar, que me ha manifestado su cercanía; al Consejo Musulmán de Ancianos, con quien me reuní hace un año, al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) y a todos los colaboradores que han organizado y promovido este pabellón religioso. Es el primero de este tipo en el corazón de una COP y muestra que todo auténtico credo religioso es fuente de encuentro y de acción.

En primer lugar, de encuentro. Es importante reunirnos, más allá de nuestras diferencias, como hermanos y hermanas de una misma humanidad, y sobre todo como creyentes, para recordarnos a nosotros mismos y al mundo que, como peregrinos acampados en esta tierra, estamos obligados a cuidar la casa común. Las religiones, en cuanto conciencias de la humanidad, nos recuerdan que somos criaturas finitas, habitadas por la sed de infinito. Sí, somos mortales, somos limitados, y cuidar la vida también significa oponernos al delirio de omnipotencia voraz que está devastando el planeta. Esto surge cuando el hombre se considera señor del mundo; cuando, viviendo como si Dios no existiera, se deja embelesar por las cosas que pasan. Entonces el ser humano, más que disponer de la técnica, se deja dominar por ella, ‘se cosifica’ y se vuelve indiferente. Incapaz de llorar y de compadecerse, se encierra en sí mismo y, erigiéndose más allá de la moral y de la prudencia, llega a destruir incluso aquello que le permite vivir. Es por esto que el drama climático es también un drama religioso: porque su raíz está en la presunción de autosuficiencia de la criatura. Pero ‘la criatura sin el Creador desaparece’ (Const. past. Gaudium et spes, 36). Que este pabellón sea, en cambio, un lugar de encuentro, y que las religiones sean siempre ‘lugares de acogida’ que, testimoniando proféticamente la necesidad de trascendencia, hablen al mundo de fraternidad, de respeto y de cuidado mutuo, sin justificar de ningún modo el maltrato de la creación (Cfr. Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi, 4 febrero 2019).

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 (DiscursoPronunciado por el Card. Pietro Parolin en inglés)

 Esto nos lleva al otro tema clave de este pabellón y del credo religioso: la acción. Es urgente actuar en favor del medio ambiente, pero no basta sólo con emplear más recursos económicos; se necesita cambiar el modo de vivir y por eso es preciso educar en estilos de vida sobrios y fraternos. Esta es una acción irrenunciable para las religiones, que también están llamadas a educar en la contemplación, porque la creación no es sólo una realidad que debemos preservar, sino un don que hemos de acoger. Y un mundo pobre de contemplación será un mundo contaminado en el alma, que seguirá descartando personas y produciendo desechos; un mundo sin oración dirá muchas palabras, pero, carente de compasión y de lágrimas, vivirá sólo de un materialismo hecho de dinero y de armas.

A este respecto, sabemos que la paz y el cuidado de la creación son interdependientes. Está a la vista de todos cómo las guerras y los conflictos dañan el medio ambiente y dividen a las naciones, impidiendo un compromiso compartido sobre la base de temas comunes, como la salvaguarda del planeta. Una casa, en efecto, es habitable para todos sólo si en su interior se instaura un clima de paz. Así ocurre con nuestra tierra, cuyo suelo parece unirse al grito de los niños y de los pobres para hacer llegar hasta el cielo una sola súplica: ¡paz! Custodiar la paz también es tarea de las religiones. Por favor, que no haya incongruencias en esto. Que no se desmienta con los hechos aquello que se dice con los labios; que no nos limitemos a hablar de paz, sino que se tomemos una posición clara frente a quienes declarándose creyentes alimentan el odio y no se oponen a la violencia. Recuerdo las palabras de Francisco de Asís: ‘Que la paz que anuncian de palabra, la tengan, y en mayor medida, en sus corazones’ (Leyenda de los tres compañeros, XIV, 58: FF 1469). Hermanos, hermanas, que el Altísimo bendiga nuestros corazones para que podamos ser, juntos, constructores de paz y custodios de la creación. Gracias.”