A las 12 p.m. del 25 de febrero de 2024, 2º domingo de Cuaresma, el Santo Padre Francisco saludo desde su estudio del Palacio Apostólico Vaticano, a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, como cada domingo, para el rezar con él la oración mariana del Ángelus. Él Papa hizo su comentario referente al Evangelio del día (Mc 9, 9-10) que relata la Transfiguración de Jesús, de las que fueron testigos tres de sus más connotados apóstoles (Fuente: Boletín de la OPSS, Vatican Media y Vatican News).
El Papa subrayó que aquellos primeros seguidores de Jesús se reveló todo, es especial ‘la luz que es Jesús’ de quien –exhortó- nunca debemos quitar los ojos de Él. Enfatizó que hay que abrirse a esa Luz pues Él es amor y vida son fin.
En la Cuaresma invito a cultivar esas miradas abiertas a ser buscadores de la luz que es Jesús a través de la oración y en las personas; destacó la necesidad de cultivar el silencio, oración y la adoración. Imploró la ayuda de María para cumplir este propósito.
Comentario del Evangelio Dominical del Santo Padre:
“¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de este segundo domingo de Cuaresma nos presenta el episodio de la Transfiguración de Jesús (Cfr. Mc 9, 2-10).
Después de anunciar su Pasión a los discípulos, Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, sube a un monte alto y allí se manifiesta físicamente en toda su luz. Así les revela el sentido de lo que habían vivido juntos hasta ese momento. La predicación del Reino, el perdón de los pecados, las curaciones y los signos realizados eran en realidad chispas de una luz mayor: la luz de Jesús, la luz que es Jesús. Y de esta luz los discípulos no deben apartar nunca más los ojos, sobre todo en los momentos de prueba, como los que se acercan ahora con la Pasión.
He aquí el mensaje: no apartes nunca los ojos de la luz de Jesús. Un poco como hacían antiguamente los campesinos que, al arar los campos, centraban la mirada en un punto preciso que tenían delante y, manteniendo los ojos fijos en la meta, trazaban surcos rectos. Esto es lo que estamos llamados a hacer los cristianos en el camino de la vida: tener siempre ante los ojos el rostro resplandeciente de Jesús, no quites nunca los ojos de Jesús.
Hermanos y hermanas, ¡abrámonos a la luz de Jesús! Él es amor, Él es vida sin fin. A lo largo de los caminos de la existencia, a veces tortuosos, busquemos su rostro, lleno de misericordia, de fidelidad, de esperanza. Nos ayudan a lograrlo la oración, la escucha de la Palabra, los Sacramentos: La oración, la escucha de la Palabra y los Sacramentos nos ayudan a mantener la mirada fija en Jesús. Y este es un buen propósito para la Cuaresma: cultivar miradas abiertas, convertirnos en ‘buscadores de luz’, buscadores de la luz de Jesús en la oración y en las personas.
Preguntémonos: en mi camino, ¿mantengo la mirada fija en Cristo que me acompaña? Y al hacerlo, ¿dejo espacio para el silencio, la oración, la adoración? Por último, ¿busco cada pequeño rayo de luz de Jesús, que se refleja en mí y en cada hermano y hermana que encuentro? ¿Y me acuerdo de dar gracias al Señor por ello?
Que María, resplandeciente de la luz de Dios, nos ayude a mantener la mirada fija en Jesús y a mirarnos los unos a los otros con confianza y amor.
Video Vatican News
Palabra del Sucesor de San Pedro después del rezo del Ángelus
“Queridos hermanos y hermanas
Ayer, 24 de febrero, recordamos con dolor el segundo aniversario del comienzo de la guerra a gran escala en Ucrania. ¡Tantas víctimas, heridos, destrucción, angustia, lágrimas en un período que se está haciendo terriblemente largo y cuyo final aún no se vislumbra! Es una guerra que no sólo está devastando esa región de Europa, sino que está desatando una onda global de miedo y odio. Al tiempo que renuevo mi más profundo afecto por el atormentado pueblo ucraniano y rezo por todos, especialmente por las numerosas víctimas inocentes, abogo por el restablecimiento de ese poco de humanidad que cree las condiciones para una solución diplomática en busca de una paz justa y duradera. Y, hermanos y hermanas, ¡no nos olvidemos de rezar por Palestina, por Israel y por los numerosos pueblos devastados por la guerra, y de ayudar concretamente a los que sufren! Pensemos en tanto sufrimiento, pensemos en los niños heridos, inocentes.
Sigo con preocupación el aumento de la violencia en la parte oriental de la República Democrática del Congo. Me uno al llamamiento de los obispos a rezar por la paz, esperando el fin de los combates y la búsqueda de un diálogo sincero y constructivo.
Son preocupantes los secuestros cada vez más frecuentes en Nigeria. Expreso mi cercanía en la oración al pueblo nigeriano, esperando que se hagan esfuerzos para frenar en lo posible la propagación de estos episodios.
También estoy cerca de la población de Mongolia, azotada por una ola de frío intenso que está teniendo graves consecuencias humanitarias. Este fenómeno extremo es también un signo del cambio climático y de sus efectos. La crisis climática es un problema social global, que afecta profundamente a la vida de muchos hermanos y hermanas, especialmente a los más vulnerables: recemos para que se tomen decisiones sabias y valientes que contribuyan al cuidado de la creación.
Les saludo, fieles de Roma y de diversas partes del mundo, especialmente a los peregrinos de Jaén (España), a los jóvenes greco-católicos rumanos de París, a las Comunidades Neocatecumenales de Polonia, Rumanía e Italia.
Saludo al Pontificio Seminario Interregional Campano de Posillipo, a la Secretaría del Foro Internacional de Acción Católica, a los Scouts de Paliano y a los confirmandos de Lastra Signa, Torre Maina y Gorzano.
Saludo también a la Federación Italiana de Enfermedades Raras, al Círculo Cultural 'Reggio Ricama', a los miembros del Movimiento No Violento y a los voluntarios de la Asociación N.O.E.T.A. Y saludo a los muchachos de la Inmaculada.
Les deseo a todos un buen domingo. Por favor, no olviden rezar por mí. Buen almuerzo y hasta luego.”