La tarde del 29 de de marzo, Viernes Santo, en la Capilla Papal de la Basílica de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre presidió la celebración de la Pasión del Señor (Fuente Vatican, OPSS, Vatican Media, Vatican News y Dicasterio de Comunicación).

Durante la Liturgia de la Palabra, ante miles de fieles fue proclamado el relato de la Pasión según el Evangelio de san Juan; por su parte S. Em. Cardenal Raniero Cantalamessa, O.F.M., Predicador de la Casa Pontificia, pronunció la homilía, tras la cual la liturgia dio paso a la oración universal y la adoración de la Santa Cruz misma que encabezó el Papa Francisco, para concluir con la Santa Comunión.

El Cardenal subrayó que Jesús en la Cruz respeta el libre albedrío de los hombres, se niega voluntariamente a sí mismo, en contraposición de los poderosos de la tierra y su Resurrección persuade a la humanidad a encomendarse a Él, sobre todos a los más débiles. Subrayó que Cristo trastoca la idea errónea y mundana que se tiene de Dios, Él muestra su verdadero rostro, Cristo al ser elevado en la Cruz, nos revela lo que ‘Él es’, absoluta y metafísicamente; sin embargo afirmó el Card. Reinero que ‘la idea de Dios que Jesús vino a cambiar, desgraciadamente todos la llevamos dentro de nosotros, en nuestro inconsciente (…) podemos hablar de un único Dios, espíritu puro, ser supremo’, pero no desde ‘… la aniquilación de su muerte en la Cruz’.

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Cantalamessa invitó a reflexionar sobre verdadero significado de la omnipotencia de Dios: ‘Frente a las criaturas humanas Dios se encuentra privado de cualquier capacidad, no sólo constrictiva, sino también defensiva. No puede intervenir con autoridad para imponerse a ellos. No puede hacer otra cosa que respetar, hasta el infinito, la libre elección de los hombres.’

Afirmó el predicador que en su verdadera omnipotencia, su rostro, se nos revela en Jesús su Hijo, quien humilde se abaja y lava los pies de sus discípulos, Él se reduce al extremo en la Cruz, y desde ella sigue amando y perdonando, sin jamás condenar, al grado de llegar a la impotencia total en el Calvario, se deja a un lado, “para borrarse’, contrariamente al pensamiento de los poderosos de la tierra, Jesús no se afirma en e poder sino en el servicio.

El Cardenal expresó que el triunfo de la Resurrección de Jesús no es presuntuoso ni pomposo, si bien su muerte es pública a la vista de todos, su Resurrección ocurre en el misterio sin testigos, tras resucitar, Jesús se aparece sólo a unos cuantos, su triunfo se da en lo invisible y en lo eterno “Los mártires de ayer y de hoy son prueba de ello’ afirmo el Predicador.

Explicó que no se trata de una ‘venganza’ contra sus adversarios, su amor compasivo llama a todo aquel agotado y agobiando a descansar en Él, no excluye a nadie, sobre todo a los despreciados por el mundo: ancianos, presos, aquellos que mueren por la pobreza, el hambre o bajo las bombas, o ya sea por su fe en Él, por su lucha por la libertad, o como las mujeres víctimas de la violencia. Deja a un lado la idea humana de omnipotencia conservando la propia: la Omnipotencia del Amor, destacó el Cardenal.

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