Hoy 6 de mayo celebramos la fiesta de Domingo Savio un chico peculiarmente sensible a la vida de fe.
Nació el 2 de abril de 1842, en el barrio de San Juan, Riva de Chieri, Turín su padres fueron Carlos Savio un herrero y de Brígida Gaia de oficio modista, fue el 2º hijo de 10, curiosamente fue bautizado el mismo día de su nacimiento en la iglesia parroquial de Riva de Chieri, la familia se mudo a Morialdo muy cerca de la finca de los Becchi cerca de la casa natal de Don Bosco, tiene una vida familiar serena sus padres son buenos cristianos y le trasmiten sus costumbre y valores.
Hace la primera comunión a los 7 años de edad no era común en tipo, era un chico cumplido y responsable, estableció para sí un itinerario de vida con propósitos claros:
1) Me confesaré frecuentemente y comulgaré todas las veces que el confesor me lo permita.
2) Santificaré los días festivos.
3) Mis amigos serán Jesús y María.
4) Morir antes que pecar.
Algo que se empeñó cumplir fielmente.
Tiene su primer encuentro con Don Bosco a los 12 años de edad, el 2 de octubre de 1854, fiesta de Nuestra Señora del Rosario su padre y él se encuentran en Becchi, Domingo le ruega a clérigo que los admita en el Oratorio pues aspira a ser Sacerdote, el santo sacerdote percibe en él su potencial para las cosas de Dios y le comentó que parecía ‘una buena tela de donde cortar’ y Domingo preguntó ‘¿Para que servirá esa tela?’, y respondió el santo sacerdote: ‘para hacer un buen traje para el Señor’, aquel joven entusiasmado dijo ‘De acuerdo, yo seré esa tela y usted el sastre. Lléveme a Turín y haga usted ese traje para el Señor’.
Domingo fue admitido el 29 de octubre de 1854, cabe comenta que la ciudad de Turín había sufrido una mortal epidemia del cólera lo que redujo la población, no obstante Don Bosco será su tutor, un orientador y un segundo padre para aquél jovencito. Savio cursaba los estudios secundarios en Turín, y se hace amigo de Miguel Rúa, Juan Bonetti, Juan Cagliero y José Bongiovanni, quien lo conocía terminaba siendo mas bueno que antes –afirmaban sus conocidos-, pues su meta era la santidad.
Con la ideas de su época se imponía una mentalidad de sacrificios y penitencia que primero: no eran adecuadas para su edad y le provocaban más daños a su salud que bien a su alma, Don Bosco lo observa y le aconseja otro modo de alcanzar su grande ideal cumpliendo el deber diario, estar alegre y ser bondadoso con los demás.
Todos parecían notar que aquel muchacho no parecía tener ni idea acerca de la ‘Sociedad Salesiana’, una iniciativa que San Juan Bosco ya había empezado a difundir y compartir entre sus mejores chicos a principios de aquel año.
En esos días el Papa Pío IX declaró el Dogma de la Inmaculada Concepción de María Santísima un 8 de diciembre de 1854, Domingo ya devoto de la Virgen y asiduo a Jesús no tardo en realizar un acto de consagración a Ella y recitó: ‘María, te doy mi corazón, haz que sea siempre tuyo. Jesús y María, sean siempre mis amigos; pero por piedad, hagan que muera antes que me suceda la desgracia de cometer un solo pecado’.
Así nace en su corazón la iniciativa de fundar el 8 de junio de 1856, La Compañía de la Inmaculada Concepción, muchos de los chicos que Don Bosco seleccionaría para la futura Sociedad de San Francisco de Sales, provendrían de esa noble iniciativa.
Savio buscaba ayudar a todos rezaba con ahínco, estudiaba y procuraba ser amable, entendió a tal grado el ideario del ‘Da mihi ánimas cetera Tolle’ de Don Bosco, que la Compañía de la Inmaculada tenía ese objetivo, hacer mejores a sus integrantes.
A Camilo Gavio de Tortona, uno de sus mejores amigos le pide difundir 'Has de saber que nosotros aquí hacemos consistir la santidad en estar muy alegres. Procuramos solamente evitar el pecado como un gran enemigo que nos roba la gracia de Dios y la paz del corazón, cumplir exactamente nuestros deberes y frecuentar las prácticas de piedad. Comienza desde hoy a recordar esta máxima: Servite Domino in laetitia, sirvamos al Señor en santa alegría. Una alegría que es expresión de una vida vivida en profunda e íntima amistad con Jesús y María, signo de la acción renovadora del espíritu y de una santidad alegre y contagiosa, que forma jóvenes apóstoles capaces de atraer almas a Dios’.
Hizo grandes amigos con los que compartió esos ideales, Don Bosco les autorizó crear un reglamento de la sociedad, tener reuniones frecuentes que reunían semanalmente a una docena de compañeros, se crearon los puestos e presidente, secretario y había varios miembros: Miguel Rúa por supuesto, Savio, Bongiovanni, Celestino Durando, Juan Bonetti, Ángel Savio -ya clérigo, José Rocchietti, Juan Turchi, Luis Marcellino, José Reano y Francisco Vaschetti, Cagliero estaba recuperándose en su hogar materno de una enfermedad. Los socios nuevos eran llamados afiliados, se debían cumplir ciertos requisitos de pertenencia como frecuentar los sacramentos, practicar las devociones a Jesús y María, rezar el Rosario, ayudar al prójimo, fue quizás lo más cercano a un ensayo de lo que será la Congregación.
El ideal de santidad era tal que Domingo se empeñaba casa día al grado que su Mama Margarita llego a decir a su hijo sacerdote ‘Tú tienes muchos jóvenes buenos, pero ninguno supera el buen corazón y la hermosa alma de Domingo Savio. Lo veo siempre rezar, permaneciendo en la iglesia después que los demás: todos los días sacrifica su recreo para hacer una visita al Santísimo Sacramento… está en la iglesia como un ángel que mora en el paraíso’. Pero su estilo se comparte, se ejemplifica e imita por sus compañeros, todos se empeñan en servir a los más desprotegidos y necesitados, cumplen las tareas cotidianas y pastorales.
Sin embargo el 1o de marzo de 1857 Domingo enferma, tiene 15 años debe regresar a su hogar en Mondonio provincia de Asti, ahí parte a cielo el 9 de marzo de 1857 sereno y exclamando alegre ‘Oh, qué cosas tan maravillosas veo’.
Su fama de santidad creció pronto al grado que el 5 de marzo de 1950 fue beatificado, y el Papa Pío XII, lo canonizó el 12 de junio de 1954 y le definió como 'un pequeño, pero gran gigante del espíritu', su celebración litúrgica es el 6 de mayo.