El día 7 de mayo de 2024, en el Santuario y Parroquia de María Auxiliadora de la Ciudad de México, a las 13 hrs. tuvo lugar la Misa de Exequias por el descanso eterno del presbítero Leopoldo de Jesús Ballesteros Rico, sdb, quien fue llamado a la casa de Dios Padre, el 5 de mayo de 2024, tras una larga convalecencia. El Padre Ignacio Ocampo Uribe, Inspector de los salesianos de México-México (MEM), presidió la Eucaristía.

A la santa Misa de Cuerpo presente asistieron sus hermanos de comunidad, cerca de 31 salesianos sacerdotes, Hijas de María Auxiliadora, miembros de diversos grupos de la Familia Salesiana, además sus hermanos y hermanas de la familia por consaguinidad, otros familiares, amigos, conocidos y personas que apreciaban al p. Leopoldo.

El santo Evangelio lo proclamó el padre Francisco Abonza Contretas, tras lo cual el padre Miguel Ángel Lezama Rojas director de ‘Casa Zatti’, comunidad que atiende a los salesianos mayores, y residencia salesiana donde el padre Ballesteros vivió sus últimos años- dio lectura a los datos biográficos sobre el padre Ballesteros, se presentan aquí sin ser transcripción de los dicho por el Padre Lezama:

 El padre Leopoldo de Jesús nació un 17 de junio de 1935 y fue bautizado con el 28 de julio del mismo año, conoció por primera vez a los salesianos al ingresar el Colegio de Morelia (Michoacán), más adelante fue admitido en el aspirantado de Tlaquepaque Jalisco, donde fue madurando su decisión de seguir a Jesús.

1952-1953: Cursa el noviciado en Coacalco, Estado de México.

1953, 7 de noviembre: emite la primera profesión como religioso salesiano.

1953-1956: Ingresa la Posnoviciado y a la formación en filosofía en Chapalita, Guadalajara, Jalisco, ahí va madurando en la profundización de la vida consagrada como hijo de Don Bosco.

1956-1957: Realizó su Tirocinio en el Colegio Unión, Mexicaltzingo - hoy instituto don Bosco-.

1957-1959: Prosigue el Tirocinio en el Colegio de Zamora, Michoacán

1959, 16 de agosto: toma los votos perpetuos como Salesianos de Don Bosco, en Coacalco Estado de México.

1960-1963: Cursa los estudios teológicos en Coacalco.

1961, 26 de abril: Recibió el ministerio del lectorado.

1961, 16 de noviembre: Recibe el ministerio del acolitado.

1963, 30 de marzo: Es ordenado Diacono, también en Coacalco. Edo de México

1963, 21 de junio: Es ordenado Presbítero en la Iglesia de María Auxiliadora - el pasado mes de junio de 2024, celebró 60 años de sacerdocio-

Sirvió al Señor asumiendo las siguientes obediencias:

1964: Es Coordinador de Pastoral en el Instituto Salesiano Juan Ponce de León de la Ciudad de Puebla.

1966: En Tlahuitoltepec se desempeña como Vicario.

1977-1980: Es Párroco de Tlahuitoltepec.

1980: Es nombrado Director y Párroco de Alotepec Mixe.

1990-1995: Trabaja como Párroco de Tlahuitoltepec.

1995: Además de seguir siendo el Párroco es nombrado Director de la Comunidad de Tlahuitoltepec.

2000: es Transferido a Mazatlán Mixes como Director

2001: Se traslada a la Parroquia de María Auxiliadora Puebla, ocupa los cargos de Vicario y Ecónomo.

2004: Regresa a Mazatlán Mixes como Director.

2009: Es Párroco del mismo lugar.

2016: Se muda a Tlahuitoltepec donde ejerce la función de Vicario Parroquial en Totontepec.

2020, Agosto: Se integra a la Comunidad del Instituto Salesiano Marciano Tinajero y Estrada de Querétaro.

2021, Agosto: Pasa a formar parte de la Comunidad de la Casa Zatti.

2024, 5 de mayo: Es llamado al Cielo.

 

Esta es la Homilía que pronunció el Padre Inspector

‘A los Evangelizadores Pablo y Silas los azotaron muchos, nos cuenta San Lucas en el libro de los Hechos, los metieron el calabozo profundo, bien asegurados, y con todo, a eso de la media noche ambos estaban en oración, cantando himnos al Señor y los otros presos los escuchaban. Sorprende de verdad la serenidad de estos apóstoles de Cristo, después de un día verdaderamente malo donde se había afectado su integridad, oran y cantan a Dios, convirtiendo ese lugar de castigo, propio de malhechores, delincuentes en un casa de oración, en una estancia de plegaria.

De pronto sobrevino ese violento temblor, signo de la presencia liberadora de Dios, que cimbró todo desde los cimientos y soltó todas las cadenas.

¿No se si opinen lo mismo que su servidor? a mi me parece casi la escena de la Resurrección de Cristo, que por la acción de Dios Padre, que por el poder del Espíritu Santo se libera total y definitivamente de las ataduras de la muerte; en la Resurrección vence nuestro Señor a la muerte y triunfa definitivamente la vida. El carcelero sorprendido por todo esto, disuadido por San Pablo para que no se matará, entró hasta adentro temblando se arrojó a los pies de Pablo y de Silas y les hizo esa pregunta, que creo es la pregunta vital que clama en el corazón de todo aquel que de verdad ha reconocido la presencia de Dios ‘¿Qué debo de hacer para salvarme?’

Los últimos años y la vida toda del querido padre Leopoldo fue una prueba, esa es la condición de todos los que estamos viviendo aquí nuestro tránsito por el mundo queridos hermanos, la prueba, estamos a prueba y la aprueba a veces resulta un azote verdadero.

Por la falsedad, por los problemas, por las dificultades, por la misma salud cuya condición muchas veces termina siendo penosa, al final de nuestra vida, le damos gracias a Dios porque el padre Leopoldo nos ha dejado el sabor de una vida, que no se amargo ante los azotes de este mundo, el hizo de su morada terrenal, no una cueva de castigo, sino un espacio de serena y de feliz vida ofrecida, de una oblación constante.

Me parece que de sus noches oscuras también oró y cantó a Dios, haciendo de su entorno una casa de oración y una casa de acogida. Fue entre nosotros un hermano sumamente agradable, el padre Leopo, bondadoso, simpático, fraterno, nunca falto para los demás y compartió dio sobre todo la oración, de su canto entusiasta, de sus composiciones, de sus dotes musicales, me recuerdo cuando su servidor era párroco aquí, que cuando andaba de paso por estos lugares, algunos días que venía por diversas cosas, que no se ahorraba, especialmente los jueves, de venir aquí al santuario, de estar aquí para en el órgano a tocarle al Señor expuesto el Santísimo, por horas, venía a pedirme permiso ‘Padre quiero estarme unos momentos aquí con el Santísimo’, era horas.

Y aquí estaba el padre tocando alabanzas, a las que a veces se sumaba gente, que estaba visitando el Santísimo. Más de uno me preguntaba que ‘¿Cuándo va a venía ese padre?’ porque querían sumarse a la alabanza de Dios.

Le pedimos a Dios en esta santa Misa que el padre Leopoldo participe de la gloriosa Resurrección de Cristo, reciba el premio de su vida ofrecida en el servicio tan comprometido y afectuoso, dondequiera que estuvo, especialmente en nuestra querida Prelatura de María Auxiliadora entre nuestros hermanos mixes principalmente, que gozaron de la bendición de su ministerio sacerdotal y evangelizador, y del regalo de una persona llena de valores humanos.

Cuando reconozcamos la presencia del Señor a través de sus mediadores y mediaciones, haremos bien en que se manifieste también en nosotros, esa pregunta latente en nuestro corazón como si fuera una oración ‘¿Y yo hoy, qué tengo de hacer para salvarme? Pienso queridos hermanos que la respuesta que dieron Pablo y Silas al carcelero es la misma para nosotros ‘Cree en el Señor Jesús y te salvarás tu y los tuyos... tu y tu familia’.

Reconozcamos que este es llamado personalísimo para nosotros hoy queridos hermanos, en esta ocasión concreta, creamos en el Señor Jesús, creamos en Él como creyó nuestro hermano el padre Leopoldo, aceptémoslo de corazón. Dice el santo Evangelio ‘Que el Espíritu Santo que Cristo nos envía, confirma y fortalece la fe de los discípulos’, pidámosle al Señor esa misma sed de acción del Espíritu Santo entre nosotros, que confirme nuestra fe, con su fuerza podamos renunciar a todo aquello que parece bueno o que parece justificado y oportuno, no significa una aceptación sincera del Señor Jesús en nuestra persona y en nuestra vida.

No demos por hecho que vivimos liberados y sueltos de ataduras, el Santo Padre Francisco nos ha recordado que muchos cristianos ni siquiera nos hemos dado de que hay raíces profundas de la mundanidad en nuestro corazón, incluso habla de la mundanidad espiritual.

Será el Espíritu Santo, dice nuestro Señor, el que dictará su sentencia, quien dará su veredicto en contra de esta mundanidad, en primer lugar a causa del pecado, a causa de la falta de fe, de la infidelidad al Señor, se es infiel se tropieza a causa de poca fe. La poca fe es la causa de nuestras infidelidades.

Profesar nuestra fe en Jesús de palabra, pero después no dar pruebas fehacientes en nuestra propia vida y conducta, del reconocimiento de Jesús como Hijo de Dios, es el pecado que denuncia San Juan en el Evangelio, agradezcamos que a todos nosotros la vida sacerdotal y religiosa del padre Leopoldo, nos pareció luminosa en ese sentido;, pidamos al Espíritu Santo que reavive en cada unos de nosotros el don de la fe, y nos preserve de la mundanidad y nos haga más capaces de desprendimiento, de sacrificio en favor de nuestros hermanos.

Una vez que al carcelero y a toda su familia, Pablo y Silas les explicaron la palabra del Señor, en aquella misma hora de la noche, dice el relato, nuevamente de la primera lectura, les lavó las heridas, se bautizó él con todos los suyos y celebraron una fiesta familiar por haber creído en Dios, miren hermanos que esta santa Misa tiene el sabor de un convivió de una fiesta familiar, que estamos celebrando en razón de la fe en Dios que tuvo nuestro hermano Leopoldo, y le llevó a perseverar hasta el final.

También es la fiesta de nuestra fe común en Cristo, porque pese a todo predomina en nuestro ambiente la esperanza, la serenidad y la gratitud. Ayer en la tarde una persona me comentaba eso ‘ me llama mucho la atención que nos los veo tristes, veo que hay serenidad, que hay esperanza y gratitud’.

Que todos estos dones, frutos de la alegría de la fe, sean un preludio para nosotros de la eterna bienaventuranza a la que nos vamos encaminado todos los que estamos aquí. Y hermanos, no vayamos en otras direcciones, encaminémonos y preparémonos para que el Señor nos acoja en el banquete festivo y definitivo de su Reinado Eterno.

Que la fe perseverante del querido padre Leopoldo y de tantos hermanos nuestros que nos han precedido nos impulse a ir por el camino de la fe plena en Cristo.

Quiero expresar un gracias a la familia de nuestro hermano, que he podido conocer el domingo pasado, un poquito antes, a su hermana yo ya había tenido el gusto de también saludarla antes, si ella se acuerda haberle visto años atrás, gracias por el don de un hermano para Cristo, un don de un familiar, de un hijo de la familia para Don Bosco, para los jóvenes, para nuestros hermanos y hermanas de la Prelatura que hizo entre nosotros tanto bien, y que deja entre nosotros una fragancia tan agradable.

Gracias a nuestros hermanos de la casa de oración y de salud, del padre Miguel Ángel, el padre Marco Antonio, el padre Manuel, el padre Trino, el padre Andrés, el maestro Austreberto, Dios premie su caridad fraterna, mutua que han tenido y que les ha sostenido en esa casa y su vida ofrecida todos los días a Dios. Muchos de ellos ya no pueden, estar en el trabajo a cien por ciento pero, diario ofrecen su oración, ofrecen incluso pues la frustración de no poder trabajar como hermosa oración en bien de nuestra Inspectoría. Sigan sosteniendo con su oración y su testimonio de perseverancia, la vida y la respuesta vocacional a la misión que ha sido confiada a esta comunidad Inspectorial.

Nos confiamos todos al amparo de la Santísima Virgen, en el lugar donde el Padre Leopoldo fue ordenado también es el lugar de su Pascua. A ella confiamos el cuidado de la purificación de nuestros hermanos que se nos han adelantado, y bajo su guía y custodia, nos ponemos todos, los que aquí continuamos ahora nuestro peregrinar, de la mano de la Santísima Virgen, el punto de llegada es el mejor, siempre nos llevará a Cristo... A nuestro hermano Leopoldo, dale Señor el descanso eterno...’

La asamblea responde: ‘Y brille para el la Luz Perpetua’

El Padre Ignacio ‘Que descanse en Paz’

La asamblea: Así sea.

La ceremonia prosiguió con la consagración y la comunión, y tras una palabras del Padre Miguel Lezama, la bendición al cuerpo del padre Leopoldo, se dio la bendición final y se dispuso a la sepultura de buen sacerdote, quien hoy goza de la presencia de Dios.

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