5 de Junio: Hoy celebramos el 183 aniversario de la Ordenación Sacerdotal de San Juan Bosco que tuvo lugar en la Vigilia de Solemnidad de la Santísima Trinidad, si bien el santo varón menciona su ordenación no da pormenores de ella en su propia obra –detalla, sin embargo, sus primeras misas -, en la Obra del Padre Teresio Bosco (Bosco, T. 1988, p. 115) se destaca en su capítulo “Sacerdote para siempre” que el 5 de junio de 1841, “en la Capilla del Arzobispado”, fue ordenado Sacerdote por manos de S. E. R. Luigi Giovanni Fransoni Arzobispo Metropolitano de Turín (Devit, 2019)., aquel joven diacono.“...vestido de casulla blanca se postra en tierra ante el altar” (Bosco, T. 1988), se trataba de la Iglesia de la Inmaculada Concepción en Turín, Italia.

Ya presbítero, su progenitora, mamá Margarita Occhiena le advirtió: "Si por desgracia te haces rico, no volveré a poner un pie en tu casa". Ese mismo año tras un encuentro singular e histórico con el jovencito Bartolomé Garelli, el Padre Bosco destacará que será el nacimiento de la obra del Oratorio, y desde ese instante su vida quedará dedicada al cuidado y salvación de la Juventud sobre todo la más pobre y abandonada (Bosco, 2019).

Muy breve es la forma en que el mismo Don Bosco narra su ordenación en su obra "Memorias del Oratoria de San Francisco de Sales" (Bosco, 2016).

 

Ordenación sacerdotal ( Bosco, 2016, p. 62)

El día de mi ordenación (5 de junio de 1841) era vigilia de la Santísima Trinidad. Celebré la primera misa en la iglesia de San Francisco de Asís, aneja al Colegio Eclesiástico, del que era director de estudios don José Cafasso.

Me esperaban ansiosamente en mi pueblo, en donde hacía muchos años no se había celebrado primera misa alguna. Pero preferí celebrarla en Turín, sin ruido ni distracciones,

y puedo decir que ese día fue el más hermoso de mi vida. En el Momento de aquella inolvidable misa procuré recordar devotamente a todos mis profesores, bienhechores espirituales y temporales. Y de modo más señalado a don Juan Calosso, al que siempre recordé como grande e insigne bienhechor.

El lunes fui a celebrar a la iglesia de la Santísima Virgen de la Consolación (Consolata), para agradecer a la Virgen los innumerables favores que me había obtenido de su divino hijo Jesús. El martes fui a Chieri, y celebré la misa en Santo Domingo, en donde todavía vivía mi antiguo profesor el padre Giusiana, que me atendió con afecto paternal.

Durante toda la misa estuvo el buen profesor llorando de emoción. Pasé a su lado el día entero, que fue verdaderamente de cielo.

El jueves, solemnidad del Corpus Christi, contenté a mis paisanos. Canté la misa y presidí la procesión. El párroco invitó a comer a mis parientes, al clero y a los principales del lugar. Todos tomaron parte en aquella alegría, ya que yo era muy querido de mis paisanos, y cada uno de ellos se alegraba con cuanto pudiera constituir un bien para mí.

Por la noche volví finalmente a mi casa.

Pero cuando estuve próximo a ella y contemplé el lugar del sueño que tuve alrededor de los nueve años, no pude contener las lágrimas y exclamé: -¡Cuán maravillosos son los designios de la divina Providencia! Verdaderamente es Dios quien sacó de la tierra a un pobre chiquillo para colocarlo entre los primeros de su pueblo.”

 

Fuentes

Bosco, J. (2016). Memorias del Oratorio de San Francisco de Sales. Madrid, CSS.

Bosco, T. (1998). Nueva Biografía de Don Bosco. México: Ediciones Don Bosco, S.A.

Devit, E. (2019). Tras las huellas de Don Bosco.