Tlapan, Ciudad de México, 21 de septiembre de 2024: el Padre Ignacio Ocampo Uribe, Superior de la Inspectoría de México-México (MEM), acompañado por el Rev. P. José Antonio Hernández Valdez sdb, responsable de los Centros de Formación Profesional de esta circunscripción salesiana (CFPs Tláhuac y Tlalpan), el Rev. Padre Davide Tonini, Párroco del lugar y el Padre Carlos Barbosa Castillo, director del Instituto Centro América (ICA), presidió el programa de actividades con el que formalmente se inauguró e iniciaron las actividades de capacitación y acompañamiento del nuevo Centro Salesiano de Formación Profesional -Tlapan ‘San José Obrero’.

Contaron con la presencia de más de 80 invitados provenientes de diversas casas salesianas del área metropolitana, quienes atestiguaron la presentación del Proyecto, la entrega de reconocimientos a quienes han cursado ya algunos estándares formativos, el mensaje del P Inspector, la bendición de las instalaciones, el corte del listón, algunas clases muestra, la degustación de productos alimenticios elaborados en los CFP y un Concierto de gala que ofreció el cuarteto de cuerdas ‘Río Sabina’ con motivo de este histórico suceso.

De acuerdo a las palabras del padre Miguel Ángel Lezama Rojas fue una ‘Jornada de esperanza y motivación para unir fuerzas en favor de los jóvenes destinatarios del proyecto’.

Palabras del Padre Inspector:

Hay una página del Santo Evangelio que nos permite asomarnos a lo que fue la mayor parte de la vida del Señor entre nosotros. Miren que alrededor de unos 30 años, Él estuvo con su familia, al lado de san José y de la Santísima Virgen, viviendo como el hijo del carpintero de Nazareth. En aquellos tiempos Nazareth tendría unos 150 habitantes. Tal vez San José y nuestro Señor adolescente y joven, eran los únicos carpinteros de esa comunidad.

Y el carpintero era, en realidad, un oficio de gran valor. Sabía de albañilería, de herrería, de agricultura, de curtido de cuero, de talabartería, de diseño… aprovechando siempre al máximo, con gran sentido de ahorro y gran iniciativa los recursos que podría ofrecer el entorno de una comunidad.

El carpintero pasaba buena parte de sus jornadas en su taller, pero no menos en las casas de sus vecinos y paisanos: ‘Mire José, cómo puede reforzar esta puerta’. ‘Cómo puedo hacerle aquí en mi huerto que se me inunda’. ‘Mire, el arado de mis animales los lastima, ¿cómo lo puede ajustar?’ ‘Se me cayó esta parte del techo, ¿me la puede arreglar?’ ‘Tengo aquí todo amontonado ¿cómo lo puedo organizar?’ Para todo ello, el buen carpintero, artesano sumamente versátil, encontraba soluciones. ¿Cómo no sería popular el carpintero y su familia?

Cuándo la gente se preguntaba sobre Jesús ‘¿qué no es este el hijo del carpintero?’ Sin duda el recuerdo llegaría a evocar cosas muy concretas: ‘José y su hijo nos arreglaron aquí, construyeron esta otra parte, nos solucionaron este fogón que nos llenaba de humo todo’, etc., etc. Y sin duda el recuerdo se conectaría con otras valoraciones: ‘eran gente muy buena y honrada, qué trabajadores y bien hechos, María qué mujer tan sencilla, tan bondadosa y respetuosa -¡qué bueno que está aquí todavía con nosotros!-, Jesús qué fervoroso e inteligente, tan trabajador como su padre’… ¡qué buen ciudadano y qué buen judío!

No les voy a ocultar, especialmente a ustedes, queridos muchachos de este artesanado de Nazareth -que se llama igual que el pueblo de nuestro Señor y su Sagrada Familia- que hay una historia que en unos meses, en un año, dos o tres nos gustaría mucho que se contara aquí alrededor. ‘Mira ese muchacho, aprendió panadería en el artesanado. Estuvo trabajando ahí con Fulano en su local, ahorró su dinerito, puso también su negocio y ¡qué buen pan y qué barato! Mira cómo ha crecido su negocio. Y le echó el ojo a esos muchachos que andaban por la calle, medio con la droga o medio rateritos, les ofreció trabajo, les dio buenos consejos y a unos los enderezó. Mire ahí está el hijo de Zutana y de tal familia’. ‘Mira ese otro muchacho: aprendió computación en el artesanado, empezó a hacer trabajitos de computación en tal oficina, luego puso su ciber, empezó a crecer y da cursos también, cobra barato y enseña bien. También hemos visto que da buenos consejos a los muchachos, los anima a aprender -él mismo les enseña-. Luego ve a la gente pobre, indigente, o al borrachito Fulano y les lleva su taco, su atole con su tamal’…

Quiero dar sentidas gracias, con todo mi afecto y reconocimiento -a nombre personal y de nuestra Congregación- a quienes han colaborado y están implicados en este esperanzador proyecto de formación para el trabajo, en esta sede del artesanado de Nazareth, aquí en Tláhuac, Ciudad de México. Para nosotros, este es un sueño de Dios. Ha sido un proyecto trabajado desde hace cinco años con mucha dedicación e ilusión. Gracias, sinceramente, a quienes le han puesto tanto corazón y tanta fe, desde el equipo de la Oficina que lo empezó a diseñar, nuestros queridos bienhechores que se han hecho presentes con su bondad, y confianza, a nivel nacional e internacional, apoyando ésta y otras obras de nuestra Inspectoría, el equipo coordinador, que ha perseverado en la fe y con grande paciencia, esperando con ansia el arranque en forma total.

Este Centro de Formación para el Trabajo ‘San José Obrero’ ha sido pensado y soñado para ustedes, en particular, queridos muchachos, con el deseo de hacer algo que Don Bosco también haría hoy: no sólo los despacharía de esta casa una vez que terminaron sus estudios o llegaran a la mayoría de edad. Él mismo, ayudado por algunos de sus colaboradores, les habría enseñado un oficio, les habría dado herramientas para la vida y les habría ayudado a colocarse laboralmente en condiciones que les permitieran seguir creciendo y forjándose como buenos cristianos y honestos ciudadanos. Hoy nos felicitamos todos porque a este proyecto integral, que ya opera, le damos visibilidad ante todos ustedes, nuestros queridos invitados y lo ponemos, con confianza y abandono, en manos de Dios, que es el autor de los grandes y mejores sueños de bien y bondad para todos sus hijos. La bendición de estas instalaciones, el conocimiento del proyecto, quieren evidenciar que confiamos en lo que Dios ha inspirado en San Juan Bosco para bien de los jóvenes. Y que Don Bosco no se ahorraría también unas palabras como éstas: ‘en lo que concierne a la salvación de los jóvenes (el bien mayor que se le puede hacer a una persona, entendido como promoción integral humana y cristiana), los necesito a todos’.

No les oculto -con esto termino- que hay una historia que a muchos Salesianos de Don Bosco también nos gustaría que se contara, para mayor gloria de Dios y bien integral de nuestros muchachos: ‘Oiga, ese padre que vino a celebrar la Misa de su difunto, ¿de dónde es?’ -Es del artesanado. -Se me hace conocido. – Fíjese usted que él de muchacho estuvo ahí de interno. Aprendió un oficio, se certificó, puso su negocio con sus hermanos, ayudaba a los muchachos. Luego entró con los Salesianos y ahora está aquí de Director. Sí. Es buen sacerdote, con su comunidad y los maestros, psicólogos, catequistas, grupos de la FS han levantado mucho la obra, el Oratorio, tienen en el artesanado como 90 internos, les preparan bien y casi todos salen ya contratados para trabajar o emprendiendo sus negocios’. El padre es de aquí de Santa Catalina, o de Chalco, o de dónde quieran… -Ah, por eso se me hacía conocido, su familia es fulana, sus hermanos y hermanas los conocen mis hijos, etc. ¡Bendito sea Dios!

Queridos muchachos: crean que esto podría ser un sueño, un deseo personal que Dios acaricia para ustedes también. Yo ya les dije a algunos de ustedes una vez que la Congregación Salesiana san Juan Bosco la empezó con un grupo de jóvenes como ustedes en una de sus casas. Me ha impresionado positivamente -no se me ha olvidado- cuando el 6 de mayo pasado, en la Basílica de nuestra Madre de Guadalupe, varios de ustedes me dijeron con insistencia: ‘regrésenos al P. Fulano’. Sé que se lo han dicho a otros hermanos y padres salesianos: ‘dígale al P. Inspector que nos regrese al P. Fulano’. Sé también lo que más de alguno de mis hermanos Salesianos les dijo: ‘Pues ustedes ¿por qué no se hacen salesianos?’ -‘No, padre, eso no es para nosotros, eso de la castidad no es para nosotros’ -supe que alguno aquí presente dijo. Bueno. ¿Y si Dios te diera el don de ser casto y obediente?, ¿si Dios te quisiera aquí, dándole vida a este proyecto con la entrega de tu vida en bien de los muchachos?, ¿le vas a decir que no? ¿Qué otro sueño que puedas perseguir en tu vida valdría de verdad, más la pena, que lo que Dios te ofrece? ¿Quién podría ofrecerte un mejor sueño, un mejor proyecto de vida a realizar que Dios? Les dejo esta interrogante con todo mi afecto. Don Bosco de niño y adolescente tenía mucho menos posibilidades que todos ustedes, pero conoció el sueño de Dios sobre su vida y tuvo la fe y el valor de hacerlo suyo y seguirlo.

Nuevamente les expreso mi sentida felicitación a todos. Les abrazo con gratitud, ilusión y esperanza. Los necesitamos a todos. Felicidades y buenos días

(Fuentes: Casa Zatti y Misiones Salesianas MEM)

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