Este Domingo 19 de diciembre de 2021 tiene un sentido especial, para los salesianos primero porque se celebra un día después de conmemorar el 162º Aniversario de la fundación de la Congregación, segundo porque en México es el mes en que los salesianos nacieron para el mundo y en el que llegaron los primeros, misioneros enviados por el padre Rúa a México. Además la espera esta por concluir, este domingo el relato del encuentro entre la Virgen María y su prima Isabel madre aún en cinta de  quien será conocido como Juan el Bautista hijo del Sacerdote Zacarías, está llena de significado.

Primero comparten el misterio de la acción de Dios en la concepción de sus hijos, uno la voz que clama en e desierto “enderezad los caminos del Señor”, tiene ya seis meses y en e lfuturo próximo preparará el camino a su primo, quien es el Hijo de Dios Altísimo, el Salvador. Juan apenas escucha el saludo de su tía, desde el vientre de su madre da muestras de su alegría. El Servicio de la Virgen muestra la caridad y la actitud de servicio que distingue a la vida y a la  familia de María, pues no obstante de estar en cinta ayudará a Isabel, ya mayor en los momentos más críticos del embarazo. No sólo es esclava del Señor, lo es por voluntad propia es mansa, humilde y servicial por convicción,  actitudes que distinguirán a su Hijo, quien vino a servir, no a ser servido.

Segundo María Representa al Nuevo Israel, Cristiano y abierto a todo el mundo, la nueva alianza y el cumplimiento de la promesa de Dios a David, el retoño de la raíz y tronco de Jesé, e Isabel al antiguo reino, la antigua alianza y el pueblo judío, al Israel de Abraham de Isaac y de Jacob.

Y tercero: finalmente el signo de una mujer frágil, humilde que a pesar recorrer senderos peligros cañadas y montanas peligrosas, Dios le protege, es su fortaleza, otro un niño no nacido aún que salta de alegría en el seno de su madre que proclama un elaborado y profundo discurso inspirado por el Espíritu Santo quien puso la semilla que fecundo al Salvador el libertador de hombre, el Mesías, el que León de Judá y a la vez el Príncipe de Paz, Luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo Israel, quien habrá de hacer todas las cosas nuevas.

De este modo Hemos de transitar de las tinieblas a la Luz que trae el Niño Jesús.

Morado Domingo IV de Adviento (‘¡Oh, Raíz de Jesé!) MR, p. 141 (165) / Lecc. I, p. 246

Lecturas Miq 5,1-4; Sal 79; Heb 10,5-10; Lc 1,39-45

Antífona de entrada Cfr. 15 45, 8

Cielos, destilen el rocío; nubes, lluevan la salvación; que la tierra se abra y germine el salvador.

No se dice Gloria.

Oración Colecta

Te pedimos, Señor, que infundas tu gracia en nuestros corazones, para que, habiendo conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de tu Hijo, lleguemos, por medio de su pasión y de su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo ...

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Liturgia de la Palabra

Primera Lectura

De ti saldrá el jefe de Israel.

Del libro del profeta Miqueas: 5,1-4

Esto dice el Señor: "De ti, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel, cuyos orígenes se remontan a tiempos pasados, a los días más antiguos.
Por eso, el Señor abandonará a Israel, mientras no dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos se unirá a los hijos de Israel. Él se levantará para pastorear a su pueblo con la fuerza y la majestad del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque la grandeza del que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 79, 2ac. 3c.15-16.18-19.
R/. Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines, manifiéstate; despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste.
R/.
Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido. Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder.
R/.

Segunda Lectura

Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad.

De la carta a los hebreos: 10, 5-10

Hermanos: Al entrar al mundo, Cristo dijo, conforme al salmo: No quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije -porque a mí se refiere la Escritura-: "Aquí estoy, Dios mío; vengo para hacer tu voluntad". Comienza por decir: "No quisiste víctimas ni ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado" -siendo así que eso es lo que pedía la ley-; y luego añade: "Aquí estoy, Dios mío; vengo para hacer tu voluntad".
Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez por todas.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio Lc 1, 38
R/. Aleluya, aleluya.

Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho. R/.

Evangelio

¿Quién soy para que la madre de mi Señor venga a verme?

Del santo Evangelio según san Lucas: 1, 39-45

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

Plegaria Universal

Pidamos, hermanos, el auxilio del Señor, para que, apiadado del pobre y del oprimido, venga a salvar al mundo de sus males: Digamos confiadamente: R/. Ven Señor Jesús.
Para que todos los fieles se dispongan a recibir a Cristo como lo recibió María y como ella conserven sus palabras en el corazón, roguemos al Señor.
Para que aquellos hermanos nuestros que han abandonado las prácticas cristianas pero acudirán a la iglesia en las próximas fiestas de Navidad descubran la buena noticia del Evangelio, no como un rayo fugaz en la noche, sino como luz permanente que ilumina y alegra toda la vida,
roguemos al Señor.
Para que las fiestas del nacimiento del Señor, alejen las tinieblas de quienes viven sumergidos en dudas e incertidumbres y colmen los deseos de quienes se sienten descorazonados y tristes,
roguemos al Señor.
Para que el nacimiento de Cristo nos ayude a renunciar a los deseos mundanos y a vivir sobria y honradamente, esperando la aparición definitiva del Señor,
roguemos al Señor.
Dios nuestro, que elegiste como templo de tu permanencia a María, la humilde hija de Israel, escucha nuestras plegarias y concédenos vivir siempre plenamente adheridos a tu voluntad, imitando la obediencia del Verbo, que vino al mundo a cumplir las Escrituras.

 Por Jesucristo, nuestro Señor.Amén