Los días 27 y 28 de mayo, en la ciudad de México, tuvo lugar el XXVII Congreso Interamericano de Educación Católica, evento que abarcó todo el continente, y en cual participaron un nutrido número de integrantes de la Familia Salesiana. Este magno suceso reunió cerca de 1, 200 líderes educativos católicos, su tema principal fue: “El futuro de la Educación: aprender a transformar”, y tuvo como el objetivo principal reflexionar, repensar y poner en práctica en la Escuela Católica en América la iniciativa de la UNESCO “El futuro de la educación” en sinergia con el Pacto Educativo Global propuesto por el Papa Francisco.

Entre los participantes estuvieron delegaciones de los colegios de nuestra Inspectoría y salesianos que son referentes de este ambiente a nivel local, regional y continental como el Padre Héctor Ugarte Sandoval, SDB (Fuente: ANS).

Este Congreso fue organizado por la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC). En este marco privilegiado se discutieron los aspectos que en contexto educativo revelo la pandemia provocada por el Virus sars-Cov-2, las otras pandemias latentes en los pueblos de la región y que abarcan aspectos como lo social, lo político, lo económico, y lo cultural, incluyendo el rezago en el acceso a una educación de calidad.

El Congreso fueron recordadas las palabras que Papa Francisco dirigió a los líderes mundiales reunidos en la Asamblea de las Naciones Unidas el 2020: “De una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores. Por ello, en esta coyuntura crítica, nuestro deber es repensar el futuro de nuestra casa común y proyecto común”.

Este magno evento dispuso de 10 conferencias, un debate, cinco conferencias a través de la plataforma TED (Technology Entertainment Design), así como actividades culturales como 'Alégrate', un recorrido por el centro histórico de la Ciudad de México, el Festival Mexicano y la participación en la Feria de la Educación Católica.

El congreso abordó la Educación del Futuro como “espacio de encuentro fraterno y de reflexión profunda sobre ‘los futuros de la educación’, en perspectiva de cambio e innovación, representada por un nuevo paso para repensar la identidad y la misión, para ‘aprender a transformarse’ en sinergia con el Pacto Educativo Global” así como las temáticas de la sostenibilidad, fraternidad y bien común, priorizando una educación eco-sostenible para abordar el desafío de la fraternidad y del cuidado de la casa común.

El Evangelizar Educando y Educar Evangelizando será siempre un desafío ante los nuevos retos, ahora en perspectiva de los diversos cambios que enfrenta la sociedad y el mundo en perspectiva de humanismo solidario y haciendo uso de las mejores herramientas, conocimientos y tecnologías con las que contamos, para ser cada vez más significativos.

Durante el evento, la Familia Salesiana se distinguió por la participación, como miembro de la Junta Directiva del CIEC, de sor Ana Julia Suriel, FMA de la República Dominicana, que tuvo la conferencia con Mariano Jabonero sobre el tema: “La agenda digital para América Latina: una visión humanizada y responsable de la transformación tecnológica en las Escuelas”. Además el Premio ‘Jesús Maestro’, concedido a personas e instituciones, fue conferido a las Escuelas de la República Dominicana de los Salesianos de Don Bosco.

El 2º día del Congreso, la Celebración Eucarística, preparada por la Familia Salesiana, fue presidida por Mons. Alberto Lorenzelli, SDB. El coro que animó la Misa estaba compuesto por adolescentes y jóvenes de algunas obras salesianas de Ciudad de México.

El Padre Héctor Ugarte Sandoval, SDB, en la introducción dijo: “¿Qué es una escuela católica? No es la que prepara para la catequesis, sino la que hace posible el encuentro de cada miembro de la Comunidad Educativa con Jesucristo. Esto sucede a través de las actividades pastorales, pero también por medio de la cultura y la ciencia”.

En la homilía, Mons. Lorenzelli subrayó: “Educar es construir la vida, responder a los desafíos de la vida. El pedagogo brasileño Paulo Freire dice: ‘Nadie educa a nadie, nos educamos juntos’. Para construir una vida significativa es necesario educar a ser protagonistas, educar a los valores, a la actuación responsable, a la paz, a la esperanza. Hace falta convertirse en un signo de esperanza con el propio modo de vivir y de mirar la vida. En el joven se despierta un germen de esperanza cuando percibe que no está solo”.

Al final auguró: “Educar es cosa del corazón. Que el corazón de cada uno de ustedes palpite siempre de alegría y de esperanza”.