En este Primer Domingo de Adviento - 27 de noviembre -, día que inaugura el año nuevo Litúrgico cristiano 2023, el Papa Francisco, desde la ventana de su estudio en el Palacio Vaticano, ofreció su reflexión y comentario introductorio al rezo del Ángelus, referente a las lecturas del día, en especial al Evangelio de san Mateo (Mt 24, 37-44). El Su Santidad subrayó que el fundamento de nuestra esperanza es saber que el Señor vendrá (Cfr. Mt 24,42) (Fuentes: Vaticano, SPSS, Vatican Media y Dicasterio para la Comunicación).

El sucesor de san Pedro explicó que ante esta realidad anunciada, no debemos de distraernos por nada, por lo que nos hizo un llamamiento a permanecer vigilantes y atentos, pues la venida de Jesús es inminente, así que debemos reconocer su presencia aún en las dificultades y asumir que “ahí está el Señor”.

En sus palabras tras el rezo del Ángelus expresó su preocupación por el aumento de la violencia y los enfrentamientos en Palestina e Israel, hizo énfasis sobre los atentados ocurridos en Jerusalén y por un enfrentamiento en Nublus (Naplusa), Paslestina, cada hecho dejo heridos, y paralelamente causaron la muerte a dos niños, uno israelí y otro palestino, respectivamente;

El santo Padre recalcó que “la violencia mata el futuro, y sigue destrozando la vida de los jóvenes y debilitando las esperanzas de paz”, pidió rezar por estos jóvenes fallecidos y por sus familias, especialmente por sus madres. Llamó a la autoridades de ambas naciones al dialogo, para que ofrezcan una solución de paz en Tierra Santa.

El Papa aseguró su cercanía a población de Ischia, recientemente afectada por inundaciones y dijo que reza por las víctimas, por lo quienes sufren y por los rescatadores. También trajo a su memoria a Burkhard Scheffler, quien murió de frío hace tres días en la Plaza de San Pedro.

Tras algunos saludos y felicitaciones a los peregrinos ahí presentes, en especial a los participantes en la marcha para denunciar la violencia sexual contra las mujeres, afirmó que es “realidad generalizada y extendida por todas partes y que además se utiliza como arma de guerra”.

Finalmente y antes e despedirse exhortó a todos a decir no a la guerra y a la violencia, sí al diálogo y a la paz; en particular por el pueblo ucraniano martirizado, y destacó que ayer 26 de noviembre se conmemoró la tragedia del Holodomor, en la que una hambruna maquinada por Stalin, calificada como Genocidio devasto a la población Ucraniana.

Comentario a las lecturas del día antes de rezo del Ángelus:

Estimados hermanos y hermanas, ¡buenos días! ¡Feliz domingo!

Comentario del Papa Francisco a las lecturas del Primer Domigno de Adviento 2022

En el Evangelio de la Liturgia de hoy escuchamos una hermosa promesa que nos introduce en el Tiempo de Adviento: "Vendrá tu Señor" (Mt 24,42). Tu Señor vendrá. Este es el fundamento de nuestra esperanza, es lo que nos sostiene incluso en los momentos más difíciles y dolorosos de nuestra vida: Dios viene. Dios está cerca y viene. No lo olvidemos nunca. Siempre el Señor viene, el Señor nos visita, el Señor se hace cercano, y volverá al final de los tiempos para acogernos en su abrazo. Ante esta palabra, nos preguntamos: ¿cómo viene el Señor? ¿Y cómo lo reconocemos y acogemos? Detengámonos brevemente en estas dos interrogantes.

La primera pregunta: ¿cómo viene el Señor? Muchas veces hemos oído decir que el Señor está presente en nuestro camino, que nos acompaña y nos habla. Pero tal vez, distraídos como estamos por tantas cosas, esta verdad nos queda sólo en teoría; sí, sabemos que el Señor viene pero no vivimos esta verdad o nos imaginamos que el Señor viene de una manera llamativa, tal vez a través de algún signo prodigioso. (cf. v. 37). ¿Y qué hicieron en los días de Noé? Porque Él dice “como en los días de Noé”. Simplemente las cosas normales y corrientes de la vida, como siempre: "comían y bebían, tomaban mujeres y tomaban maridos" (v. 38). Tengamos esto en cuenta: Dios se esconde en nuestras vidas, siempre está ahí, se esconde en las situaciones más comunes y corrientes de nuestra vida. No viene en eventos extraordinarios, sino en cosas cotidianas. El Señor viene en las cosas de cada día, porque está ahí, se manifiesta en lo cotidiano. Él está ahí, en nuestro trabajo diario, en un encuentro fortuito, en el rostro de una persona necesitada, incluso cuando afrontamos días que parecen grises y monótonos, justo ahí está el Señor, llamándonos, hablándonos e inspirando nuestras acciones.

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Pero, sin embargo, hay una segunda pregunta: ¿cómo reconocemos y acogemos al Señor? Debemos estar despiertos, alertas, vigilantes. Jesús nos advierte: existe el peligro de no darse cuenta de su venida y no estar preparados para su visita. He recordado en otras ocasiones lo que decía San Agustín: "Temo al Señor que pasa" (Serm. 88.14.13), es decir, ¡temo que pase y no lo reconozca! De hecho, de aquellas personas de la época de Noé, Jesús dice que comían y bebían "y no se dieron cuenta de nada hasta que llegó el diluvio y arrastró a todos" (v. 39). Prestemos atención a esto: ¡no se dieron cuenta de nada! Estaban absortos en sus cosas y no se dieron cuenta de que el diluvio se acercaba. De hecho, Jesús dice que cuando Él venga, "habrá dos hombres en el campamento: uno será llevado y el otro dejado" (v. 40). Pero, ¿cuál es la diferencia? ¿En qué sentido? Simplemente que uno estaba vigilante, estaba esperando, capaz de discernir la presencia de Dios en la vida cotidiana; el otro, en cambio, estaba distraído, "apartado", como si nada y no se daba cuenta de nada.

Hermanos y hermanas, en este tiempo de Adviento, ¡sacudamos el letargo y despertemos del sueño! Preguntémonos: ¿soy consciente de lo que vivo, estoy alerta, estoy despierto? ¿Estoy tratando de reconocer la presencia de Dios en las situaciones cotidianas, o estoy distraído y un poco abrumado por las cosas? Si no somos conscientes de su venida hoy, tampoco estaremos preparados cuando venga al final de los tiempos. Por lo tanto, hermanos y hermanas, ¡permanezcamos vigilantes! Esperando que el Señor venga, esperando que el Señor se acerque a nosotros, porque está ahí, pero esperando: atentos. Y la Virgen Santa, Mujer de la espera, que supo captar el paso de Dios en la vida humilde y oculta de Nazaret y lo acogió en su seno. Nos ayude en este camino a estar atentos para esperar al Señor que está entre nosotros y pasa.”

Palabras de Santo Padre tras el rezo del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

Sigo con preocupación el aumento de la violencia y los enfrentamientos que tienen lugar en el Estado de Palestina e Israel desde hace meses. El miércoles pasado, dos viles atentados en Jerusalén hirieron a muchas personas y mataron a un niño israelí; y el mismo día, durante los enfrentamientos armados en Nablus, murió un niño palestino. La violencia mata el futuro, destrozando la vida de los jóvenes y debilitando las esperanzas de paz. Rezamos por estos jóvenes fallecidos y por sus familias, especialmente por sus madres. Espero que las autoridades israelíes y palestinas se preocupen más por buscar el diálogo, por construir la confianza mutua, sin la cual nunca habrá una solución de paz en Tierra Santa.

Estoy cerca a la población de la isla de Ischia, afectada por las inundaciones. Rezo por las víctimas, por los que sufren y por todos los que han acudido al rescate.

Y también recuerdo a Burkhard Scheffler, que murió hace tres días aquí, bajo la columnata de la plaza de San Pedro: murió de frío.

Saludo con afecto a todos ustedes, procedentes de Italia y de varios países, especialmente a los peregrinos de Varsovia y Granada, a los representantes de la comunidad rumana y a los de la comunidad de Timor Oriental presentes en Roma, así como a los ecuatorianos que celebran la fiesta de Nuestra Señora de El Quinche. Saludo a los voluntarios de la Cruz Roja de Acerenza, al Ente Nazionale Pro Loco d'Italia, a los fieles de Turín, Pinerolo, Palermo, Grottammare y Campobasso. Dirijo un agradecimiento especial a los panaderos italianos, con el deseo de superar las dificultades actuales.

Saludo a los participantes en la Marcha que ha tenido lugar esta mañana para denunciar la violencia sexual contra las mujeres, desgraciadamente una realidad generalizada y extendida por todas partes y que además se utiliza como arma de guerra. No nos cansemos de decir no a la guerra, no a la violencia, sí al diálogo, sí a la paz; en particular por el pueblo ucraniano martirizado. Ayer recordamos la tragedia del Holodomor.

Dirijo mis saludos al secretariado del FIAC, Foro Internacional de Acción Católica, reunido en Roma para su VIII Asamblea.

Y les deseo a todos un buen domingo, un buen camino de Adviento. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta luego!”