Cada segundo día de febrero se celebra la fiesta litúrgica de la ‘Presentación del niño Jesús en el templo’, denominado tradicionalmente ‘Día de la candelaria”, por la ‘luz’ que comprende la persona de Cristo, quien viene a salvarnos y a despejar la tinieblas, en especial del pecado, en esta misma fecha se conmemora la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, día en que se ora y reconoce la labor de hombres y mujeres, quienes deseando seguir los pasos y la vida de Jesús más de cerca han profesado los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia.
Se trata de seglares que dejando su vida particular han acogido un llamado de Dios al servicio de la Iglesia y del prójimo asumiendo un estilo de vida y carisma particulares, propios de una rama o familia apostólica (orden, congregación, instituto de vida consagrada y/o religiosa) reconocida e instituida canónicamente, y a quienes se les exhorta a perseverar en la vocación en la que han sido llamados, para la santificación de la Iglesia y gloria de Dios, de acuerdo a la santidad que proviene de Jesús y que suscita el Espíritu Santo, como lo señala en su Capítulo VI, párrafos del 43 al 47 la Constitución Dogmática “Lumen Gentium” del Concilio Vaticano II (SGC, 1997, pp. 115-121).
Esta celebración la instituyó oficialmente el San Juan Pablo II, y fue celebrada por primera vez el 2 de febrero de 1997. En su Mensaje para esta Jornada, fechado el 6 de enero de 1997- día de la epifanía del Señor- el Papa Karol J. Wojtyła subrayó
“Los motivos de la Jornada de la Vida Consagrada
2. La finalidad de dicha jornada es por tanto triple: en primer lugar, responde a la íntima necesidad de alabar más solemnemente al Señor y darle gracias por el gran don de la vida consagrada que enriquece y alegra a la comunidad cristiana con la multiplicidad de sus carismas y con los edificantes frutos de tantas vidas consagradas totalmente a la causa del Reino. Nunca debemos olvidar que la vida consagrada, antes de ser empeño del hombre, es don que viene de lo Alto, iniciativa del Padre, "que atrae a sí una criatura suya con un amor especial para una misión especial" (…) Esta mirada de predilección llega profundamente al corazón de la persona llamada, que se siente impulsada por el Espíritu Santo a seguir tras las huellas de Cristo, en una forma de particular seguimiento, mediante la asunción de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia. Estupendo don.
"¿Qué sería del mundo si no existieran los religiosos?", se preguntaba justamente santa Teresa (…).He aquí una pregunta que nos lleva a dar incesantes gracias al Señor, que con este singular don del Espíritu continúa animando y sosteniendo a la Iglesia en su comprometido camino en el mundo’.
3. En segundo lugar, esta Jornada tiene como finalidad promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y la estima de la vida consagrada.” (Papa Juan Pablo II, 1997).
El 2 de febrero el Papa Francisco dio a conocer el siguiente texto:
Mensaje del Santo Padre Francisco a los Consagrados Reunidos en la Basílica de Santa María la Mayor con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada
“Queridos consagrados y consagradas:
Con afecto les dirijo mi saludo en ocasión de la Jornada Mundial de la vida Consagrada, mientras están reunidos para la Celebración eucarística en la Basílica de Santa María la Mayor. Y quisiera abrazar en este momento a todos los hermanos y a las hermanas consagrados en todas las partes del mundo.
El tema de la Jornada de este año es ‘Hermanos y hermanas para la misión’. Cuando escuchen mi mensaje, yo estaré en misión en la República Democrática del Congo, y sé que estaré acompañado por su oración. A mi vez quiero asegurarles la mía por la misión de cada uno de ustedes y de sus comunidades. Todos juntos somos miembros de la Iglesia, y la Iglesia está en misión desde el primer día, enviada por el Señor Resucitado, y lo estará hasta el último, con la fuerza de su Espíritu. Y en el Pueblo de Dios, enviado a llevar el Evangelio a todos los hombres, ustedes consagrados tienen un rol peculiar, que deriva del don particular que han recibido: un don que da a su testimonio un carácter y un valor especial, por el hecho mismo de que ustedes están integralmente dedicados a Dios y a su Reino, en pobreza, virginidad y obediencia. Si en la Iglesia cada uno es una misión, cada uno y cada una de ustedes lo es con una gracia propia como persona consagrada.
Además de este don fundamental, su misión se enriquece de los carismas de sus institutos y de sus sociedades, los carismas de sus fundadores y fundadoras. En su estupenda variedad, todos se entregaron para la edificación de la Iglesia y para su misión. Todos los carismas son para la misión, y los son precisamente con la incalculable riqueza de su variedad; de tal forma que la Iglesia pueda testimoniar y anunciar el Evangelio a todos y en cualquier situación.
Hoy celebramos la fiesta del Encuentro: que la Virgen María nos obtenga la gracia de que nuestra vida de personas consagradas sea siempre una fiesta del encuentro con Cristo; y así, como ella, podamos llevar a todos la luz de su amor: su luz, ¡no la nuestra! ¡Llevarle a Él, no a nosotros mismos!
Queridos hermanos y hermanas, estoy cerca de ustedes y les doy las gracias por lo que son y por lo que hacen. Rezo por ustedes y les animo a seguir adelante en su misión profética. Les bendigo de corazón y les encomiendo a María Salus Populi Romani. Por favor, no se olviden de rezar por mí.
Roma, San Juan de Letrán, 2 de febrero 2023, fiesta de la Presentación del Señor.
Francisco”
Referencias
Papa Francisco (2023). Mensaje del Santo Padre Francisco a los Consagrados Reunidos en la Basílica de Santa María la Mayor con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Vaticano: Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana.
Papa Juan Pablo II. (1997). Mensaje del Santo padre Juan Pablo II para la Primera Jornada de la Vida Consagrada [2 de febrero de 1997]. Vaticano: Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana.
Secretaria General del Concilio [SGC]. (1997). Capítulo VI De los Religiosos. Constitución Dogmática Lumen Gentium - Sobre la Iglesia En Documentos del Concilio Ecuménico Vaticano II. México: Ediciones Paulinas, pp. 115-121