El día 6 de Agosto de 2023, en el Parque Tejo de Lisboa, en el mañana del Domingo en la solemnidad de la Transfiguración del Señor, en el día final de su Viaje Apostólico a Portugal, el Papa Francisco al presidir la Santa Misa, momento central y de envió, así como de clausura de la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud 2023 en Lisboa, hizo alusión al momento en que el Apostol San Pedro dijo a Jesús“‘Señor, ¡qué bien estamos aquí!’ (Mt 17,4). (Fuentes: Vaticano, SPSS, Vatican Media, Vatican News, JMJ 2023 y Dicasterio para la Comunicación).

Lo anterior lo hizo para invitar a reflexionar a los cerca de millón y medio participantes en la Misa final   de la JMJ-2023 ¿Qué se llevaban a regresar la vida cotidiana? Y puntualizó:” Resplandecer, escuchar y no tener miedo.”. Subrayó que Dios nos ilumina siempre, tanto en la mirada, corazón, mente y ganas por hacer algo en la vida; enfatizó que se puede parecer fuertes y exitosos pero no luminosos.

Enfatizó que solo nos volvemos luminosos cuando “... cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él”. Puntualizó que no debemos engañarnos cuando nuestra mirada se vuelve hacia nosotros y no hacia los demás, eso es egoísmo y no amor, ‘lo apaga’ subrayó el Papa Francisco.

Sobre la escucha destacó que Jesús nos habla al corazón a través de su palabra en el Evangelio, hay que leerlo, así nos habla sobre Dios Padre e invitó escucharlo: “porque Él te va a decir cuál es el camino del amor”.

A la vez dijo que “Resplandecer”, la primera palabra, nos invita a ser luminosos, escuchar, y para no equivocar el camino, debemos “no tener miedo” y recalcó ‘No tengan miedo’.

Lisboa, XXXVII JMJ, Santa Misa y Ángelus

Video Vatican News

Tras concluir la Santa Misa y antes del rezó del ángelus el Papa expresó su gratitud en portugués dada la profundidad de este ‘saludo’: ‘Obrigado’; así dio las gracias todos quienes hicieron posible la JMJ, Cardenales, Obispos, voluntarios etc. Además agradeció a los santos patronos de la JMJ por hacerla posible, en especial a San Juan Pablo II, cuyo legado de las JMJs es evidente.

También se dirigió un saludo a quienes no pudieron participar presencialmente y agradeció todas las iniciativas a nvel local y en cada diócesis se realizaron. Hizo especial mención de los jóvenes subsaharianos.

El santo padre Francisco expresó su deseo y anheló por la Paz en el Mundo y oró por ella, la puso en manos de la María Reina de la Paz, y agradeció a los jóvenes presentes en la JMJ porque –explicó- son signo de esperanza para construir la Paz en el mundo.

Antes de anunciar la próxima sede invitó a los jóvenes a participar en el ‘Jubileo de los Jóvenes’ a celebrarse en Roma en el año 2025.

Así que anunció que la próxima Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar en Asia, en Corea del Sur, en Seúl en el 2027

Y dirigió un agradecimiento especial a quienes llamó “los dos protagonistas de a JM”, ellos que nunca”…pierden de vista nuestras vidas, aman nuestras vidas como ninguno podría hacerlo” Jesús y María nuestra Madre, tras lo que el Papa dio comienzo al rezo del Ángelus

En sus palabras tras el rezo de del Ángelus oro por lo afectados por las recientes avalanchas ocurridas en Racha, en Georgia.y pidió para que la Virgen Santa consuele y sostenga a las escuadras de rescate. Además expreso cercano al Patriarca Elías II, principal autoridad católica de Georgia y cabeza de la Iglesia ortodoxa y apostólica georgiana

Homilía del Santo Padre Francisco, durante la Santa Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud 2023

 “‘Señor, ¡qué bien estamos aquí!’ (Mt 17,4). Estas palabras, le dijo el apóstol Pedro a Jesús en el monte de la Transfiguración, y también las queremos hacer nuestras después de estos días intensos. Es hermoso lo que estamos experimentando con Jesús, lo que hemos vivido juntos y es hermoso cómo hemos rezado, y con tanta alegría de corazón. Y entonces nos podemos preguntar: ¿qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana?

Quisiera responder a este interrogante con tres verbos, siguiendo el Evangelio que hemos escuchado. ¿Qué nos llevamos? Resplandecer, escuchar y no tener miedo. ¿Qué nos llevamos?, respondo con estas tres palabras: Resplandecer, escuchar y no tener miedo.

Primera, resplandecer. Jesús se transfigura, el Evangelio dice que ‘su rostro resplandecía como el sol’ (Mt 17,2). Hacía poco que había anunciado su pasión y su muerte en la cruz, y con esto rompía la imagen de un Mesías poderoso, mundano, y frustra las expectativas de los discípulos. Ahora, para ayudarlos a acoger el proyecto de amor de Dios sobre cada uno de nosotros, Jesús toma a tres de ellos -Pedro, Santiago y Juan-, los conduce a un monte y se transfigura. Y este ‘baño de luz’ los prepara para la noche de la pasión.

Amigos, queridos jóvenes, también hoy nosotros necesitamos algo de luz, un destello de luz que sea esperanza para afrontar tantas oscuridades que nos asaltan en la vida, tantas derrotas cotidianas para afrontarlas con la luz de la resurrección de Jesús, porque Él es la luz que no se apaga, es la luz que brilla aun en la noche. ‘Nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos’ (Esd 9,8), dice el sacerdote Esdras. Nuestro Dios ilumina. Ilumina nuestra mirada, ilumina nuestro corazón, ilumina nuestra mente, ilumina nuestras ganas de hacer algo en la vida, siempre con la luz del Señor.

Pero quisiera decirles que no nos volvemos luminosos cuando nos ponemos debajo de los reflectores, no, eso encandila. No nos volvemos luminosos cuando mostramos una imagen perfecta, bien prolijitos, bien terminaditos; no, no, aunque nos sintamos fuertes y exitosos. Fuertes y exitosos, pero no luminosos. Nos volvemos luminosos, brillamos, cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él. Amar como Jesús, eso nos hace luminosos, eso nos lleva a hacer obras de amor. No te engañes, amiga, amigo, vas a ser luz el día que hagas obras de amor. Pero cuando en vez de hacer obras de amor hacia afuera, mirás a vos mismo, como un egoísta, ahí la luz se apaga.

El segundo verbo es escuchar. En el monte, una nube luminosa cubrió a los discípulos, y esa nube desde la cual habla el Padre, ¿qué dice? ‘Escúchenlo’ (Mt 17,5). Este es mi Hijo amado, escúchenlo. Está todo aquí, y todo eso que hay que hacer en la vida está en esta palabra: : Escúchenlo. Escuchar a Jesús, todo secreto está ahí. Escuchás qué te dice Jesús. ‘Yo no sé qué me dice’. Agarrá el Evangelio y leé lo que dice Jesús y lo que dice en tu corazón. Porque Él tiene palabras de vida eterna para nosotros;Él revela que Dios es Padre, es amor. Él nos enseña el camino del amor, escúchalo a Jesús. Porque, por ahí nosotros con buena voluntad emprendemos caminos que parecen ser del amor, pero en definitiva son egoísmos disfrazados de amor. Tené cuidado con los egoísmos disfrazados de amor. Escúchalo, porque Él te va a decir cuál es el camino del amor. Escúchalo.

Resplandecer, la primera palabra, sean luminosos, escuchar, para no equivocarse el camino, y al final, la tercera palabra, no tener miedo. ‘No tengan miedo’. Una palabra que en la Biblia se repite tanto, en los Evangelios, ‘no tengan miedo’. Estas fueron las últimas palabras que en este momento de la transfiguración Jesús dijo a los discípulos: ‘No tengan miedo’.

A ustedes, jóvenes, que han vivido este gozo, estaba por decir esta gloria -bueno, algo de gloria es-, este encuentro con nosotros; a ustedes que cultivan sueños grandes pero a veces ofuscados por el temor de no verlos realizarse; a ustedes, que a veces piensan que no serán capaces, un poco de pesimismo se nos mete a veces; a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo por el desánimo, por juzgarse quizás fracasados o por intentar esconder el dolor disfrazándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo -y está bien que quieran cambiar el mundo- y que quieren luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad a la vida, pero que les parece que no es suficiente; a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan [como] la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, [Jesús] hoy les dice: ‘No tengan miedo’.

En un pequeño silencio, cada uno repita para sí mismo, en su corazón, estas palabras: No tengan miedo.

Queridos jóvenes, quisiera mirar a los ojos a cada uno de ustedes y decirles: no tengan miedo. No tengan miedo. Es más, les digo algo muy hermoso, ya no soy yo, es Jesús mismo quien los está mirando en este momento. Nos está mirando. Él los conoce, conoce el corazón de cada uno de ustedes, conoce la vida de cada uno de ustedes, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos, conoce el corazón de ustedes. Lee vuestros corazones y Él hoy les dice, aquí, en Lisboa, en esta Jornada Mundial de la Juventud: ‘No tengan miedo’. Anímense, ‘no tengan miedo’.”

Palabras del Santo Padre antes del rezo del Ángelus

“Queridos hermanos y hermanas:

Una palabra ha resonado muchas veces en estos días, y es: ‘gracias’, mejor dicho, ‘obrigado’. Es hermoso lo que el Patriarca de Lisboa nos acaba de explicar, que obrigado no sólo expresa la gratitud por lo que se ha recibido, sino también el deseo de corresponder al bien. En este acontecimiento de gracia, todos nosotros hemos recibido, y ahora, que nos preparamos para regresar a casa, el Señor nos hace sentir la necesidad de compartir también con los otros, testimoniando con alegría la gratuidad de Dios y lo que Dios puso en nuestros corazones.

Sin embargo, antes de despedirnos yo también quiero decir obrigado. En primer lugar, al Cardenal Clemente, y con él a la Iglesia y a todo el pueblo portugués: obrigado. Obrigado al señor Presidente, que nos ha acompañado en los eventos de estos días; obrigado a las instituciones nacionales y locales por el apoyo y la asistencia que nos han brindado; obrigado a los obispos, sacerdotes, consagrados y laicos; y obrigado a ti, Lisboa, que permanecerás en la memoria de estos jóvenes como ‘casa de fraternidad’ y ‘ciudad de los sueños’. Expreso también mi gratitud al Cardenal Farrell -que ha rejuvenecido en estas Jornadas- y a quienes han preparado estas Jornadas, así como a cuantos las han acompañado con la oración. ¡Obrigado a los voluntarios, a ellos este aplauso de corazón por su gran servicio! Y un agradecimiento especial a quienes desde el cielo han velado por la JMJ, es decir, a los santos patronos del evento, y a uno en particular: a Juan Pablo II, que dio vida a las Jornadas Mundiales de la Juventud.

¡Y obrigado a todos ustedes, queridos jóvenes! Dios ve todo lo bueno que ustedes son, y sólo Él conoce lo que ha sembrado en sus corazones. Ustedes se van de aquí con lo que Dios sembró en el corazón, háganlo crecer, cuídenlo con esmero. Quisiera hacerles una recomendación: mantengan presentes en su mente y en su corazón los momentos más hermosos. Para que así, cuando lleguen los momentos de cansancio y de desánimo -que son inevitables-, y tal vez la tentación de dejar de caminar o encerrarse en ustedes mismos, con el recuerdo reaviven las experiencias y la gracia de estos días, porque ?no lo olviden nunca? esta es la realidad, esto son ustedes: ¡el santo Pueblo fiel de Dios que camina con la alegría del Evangelio! Me gustaría también enviar un saludo a los jóvenes que no han podido estar aquí presentes, pero que han participado en las iniciativas organizadas por sus países, por las Conferencias episcopales, por las Diócesis; y pienso, por ejemplo, en los hermanos y hermanas subsaharianos reunidos en Tánger. A todos gracias, gracias.

Y de manera particular, acompañamos con el afecto y la oración a quienes no han podido venir a causa de conflictos y guerras. En el mundo son muchas las guerras, son muchos los conflictos. Pensando en este continente, siento un gran dolor por la querida Ucrania, que sigue sufriendo tanto. Amigos, permítanme también yo, ya viejo, comparta con ustedes, jóvenes, un sueño que llevo en el corazón: el sueño de la paz, el sueño de los jóvenes que rezan por la paz, viven en paz y construyen un futuro de paz. Por medio del Ángelus pongamos el futuro de la humanidad en manos de María, Reina de la Paz. Y hay un último obrigado que quisiera subrayar al final: obrigado a nuestras raíces, a nuestros abuelos, que nos trasmitieron la fe, que nos trasmitieron el horizonte de una vida. Son nuestras raíces. Y de regreso a casa, sigan rezando por la paz. Ustedes son un signo de paz para el mundo, un testimonio de cómo las diversas nacionalidades, las lenguas y las historias pueden unir en lugar de dividir. Ustedes son esperanza para un mundo diferente. Gracias. ¡Sigan adelante!

Y al final, hay un momento que todos esperan: el anuncio de la próxima etapa del camino. Pero antes de decirles cuál será la sede de la cuadragésima primera Jornada Mundial de la Juventud, quisiera hacerles una invitación. Doy cita a los jóvenes de todo el mundo para el 2025, en Roma, ¡para celebrar juntos el Jubileo de los Jóvenes! Y los espero aquí el 25 para celebrar juntos el Jubileo de los Jóvenes. Y la próxima Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar en Asia: ¡será en Corea del Sur, en Seúl! Y así, en el 2027, desde la frontera occidental de Europa se trasladará al Lejano Oriente: ¡este es un hermoso signo de la universalidad de la Iglesia y del sueño de unidad del que ustedes son testigos!

Y finalmente un último obrigado, se lo dirigimos a dos personas especiales, a dos protagonistas principales de este encuentro. Ellos estuvieron aquí con nosotros, y siguen estando siempre con nosotros; nunca pierden de vista nuestras vidas, aman nuestras vidas como ninguno podría hacerlo. Obrigado a Ti, Señor Jesús. Obrigado a ti, María, Madre nuestra; y ahora recemos.”

Palabras del Santo Padre tras el rezo de del Ángelus

Quiero asegurar mis oraciones, y lo hacemos juntos, también por las víctimas de la trágica avalancha que se produjo hace dos días en la región de Racha, en Georgia. Y acompaño con mi cercanía a sus familiares. Que la Virgen Santa los consuele y sostenga también el trabajo de las escuadras de rescate. Y acompaño, estoy cercano, a mi hermano el patriarca Elías II.”